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El rango de Alaba es insostenible

Amigo de pocas rotaciones, Ancelotti abrazó la victoria en Berlín porque la buscó desde la alineación. El reconocible once del Madrid provocó que el juego fluyera, con Bellingham y Modric a los mandos de todo, aunque el técnico italiano tuviera que echar mano de Kroos en el descanso. Se vio un equipo con sentido, que agarró el partido por voluntad y calidad, incluso asumiendo el desgaste de una noche que nada ostentoso le podía dar. Aunque le dio por regalar en exceso, el Madrid jugó para ganar y rara vez eso no ocurre cuando es así, menos en Europa. Joselu y su cabeza fueron los artífices principales en una reivindicación del delantero, al que le empezaba a perseguir la delicada fama de nueve fallón, en contraste con lo que sucedió en la otra parte del campo. Alaba quedó de nuevo señalado. Su declive no se detiene y tendrá secuelas importantes en la trayectoria europea del Madrid si no se corrige a tiempo.

No hay rastro del Alaba de la primera temporada. Su jerarquía quedó bajo sospecha el pasado curso, y en este se ha agravado la dinámica pese a contar con la confianza plena de Ancelotti. En Berlín volvió a quedar desacreditado en la jugada del gol, aunque es un error menos preocupante por responder a un desliz técnico, registro en el que a Alaba no se le puede poner en duda. Peor fue verle desentenderse en las vigilancias de los centros laterales como sucedió en la clara ocasión de Gosens. Tampoco jugaron a su favor las desatenciones de Nacho, más optimista que de costumbre en su ejercicio defensivo. Alaba (y toda la zaga) es peor sin Rüdiger a su lado. Pero más allá de la compañía que tenga es habitual ver al austríaco desconectarse en las marcas, relajarse en el repliegue o distanciarse del lateral izquierdo. Berlín lo confirmó otra vez. Alaba parece vivir del pasado y el fútbol, más el Madrid, es presente. No está y habrá que ver si se le puede esperar.

Error de concepto y ejecución

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Nacho sale a tierra de nadie, pierde la posición y ni tan siquiera va a la disputa con autoridad. La zona defensiva queda rebajada sin su presencia. Alaba hace el resto con un despeje calamitoso que origina el gol alemán.

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