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El pragmático brindis de Ancelotti

Ancelotti brindó por el pragmatismo frente a la Real Sociedad, partido lleno de matices, complejo desde el primer minuto y vibrante en el primer tiempo, presidido por la memorable actuación de Kubo, forjado en la cantera del Barça, fichado por el Real Madrid, peregrino en Villarreal, Getafe y Mallorca, jugadorazo ahora, en un equipo y con un entrenador que exprimen sus mejores cualidades. No son pocas, ni están sólo relacionadas con la habilidad. En un escenario que impone, Kubo jugó para ganar, con una determinación impresionante y probablemente con un punto de revancha personal.

El Madrid se encontró el problema de Kubo y tardó medio partido en arreglarlo. Por sí misma, la Real también le generó graves dificultades. Presión, remates, goles –anulado el que marcó Kubo después de la enésima diagonal para buscar el disparo– y la sensación palpable de excelente equipo, armónico, elegante y dispuesto al combate. Le falló Oyarzabal, inadvertido en un campo donde se le recuerdan grandes actuaciones. Le faltó la sabia dirección de David Silva, uno de los mejores especialistas que ha visto el fútbol en los partidos donde era necesario el gobierno y la calma. David Silva ya no está. La Real ya echa de menos su compás.

El Madrid concedió muy pronto el primer gol, tendencia habitual esta temporada. Su defensa no transmite la firmeza suficiente. Es más permisiva de lo que desearía la hinchada. Ancelotti cortó por lo sano, después de la remontada. Llenó el campo de centrocampistas, cinco después del gol que marcó Joselu, y regresó a un clásico de hace dos temporadas: el repliegue cerca del área.

La decisión del técnico italiano fue un ejemplo de pragmatismo. Cerró el capítulo del alboroto, donde el Madrid se encuentra cómodo para atacar, pero descontrolado para defenderse, y estableció lo más parecido a un modelo de seguridad. Por sus características, no es un equipo que se distinga por su tenacidad en la presión, no al menos durante grandes trechos del partido. Sí, en cambio, es capaz de sostenerse cuando se agrupa cerca de su área, con una confianza natural para aprovechar los errores de los rivales y lanzar a sus velocistas en los contragolpes.

La Real, que creó muchas y muy buenas oportunidades en la primera parte, no inquietó a Arrizabalaga en el segundo tiempo. La malla defensiva que dispuso Ancelotti cerró espacios y rendijas. A Kubo se le acabaron las facilidades para desbordar al sufriente Fran García en el primer periodo. Había más camisetas blancas alrededor y más cinturas que doblar. Como el fútbol es un juego lleno de paradojas, ni Kubo, ni nadie, controló a Fran García en las dos carreras que ayudaron a decidir el encuentro a favor del Madrid.

El pequeño y veloz lateral castigó por su flanco a la defensa de la Real Sociedad. Inauguró la jugada del primer gol con desparpajo y criterio. Valverde se encargó de cerrarla con un remate sensacional por la dirección, potencia y rareza del chut. Utilizó el interior del pie, y no el empeine, como si fuera un martillo. Hizo un Kroos, pero con más rotundidad y sin asomo de curva en la trayectoria del balón.

En un equipo sin extremos puros –Vinicius sigue lesionado y en los últimos tiempos ha jugado más por el interior que por el costado izquierdo–, Fran García y Carvajal han adquirido una importancia crucial en el ataque del Madrid. En cuanto a Carvajal, ha arrancado como un tiro. Fran García sigue en observación, pero sus incursiones son tan frecuentes como eficaces. La jugada del segundo fue un ejemplo de explosión en la carrera y precisión en el centro. Lo remató Joselu, una garantía en esa clase de jugadas.

Ancelotti mandó a dormir el encuentro después del segundo gol, con una ausencia significativa. Tchouameni no estaba. No acaba de imponerse en una posición crítica para el equipo.