Kepa, el portero que soñaba con ser Iribar
A Kepa le detectamos muy pronto en Bilbao. Apareció por el primer equipo en Lezama hace siete años y nos sorprendió aquella planta espectacular, con unos hombros interminables, delgado y con aspecto de estar esculpido en acero. Peio Agirreoa ya había puesto mucho énfasis en aquel chaval serio y competitivo. Le brillaban los ojos al padrino de los actuales Unai Simón y Julen Agirrezabala, un hombre que ha tutelado la formación de Remiro y los ‘Fernández’, Raúl (Granada) y Aitor (Osasuna). También ha pasado por sus manos Ander Astrálaga, llamado a filas ya por Xavi a principios de año en el Barcelona.
No dejaban de asombrarse con su proyección otros dos preparadores que le recibieron con regocijo en Bilbao: Iru e Imanol, con el que hablé de Kepa hace unas semanas, cuando este volvió a España como recambio de Courtois. “No va a defraudar, está preparado para jugar en el Madrid”, me decía. Fue en Lezama donde aprendió lo que es un portero en mayúsculas, con visitas frecuentes de Iribar, con el que soñaba parecerse. Le bastaron 33 partidos en la élite para ponerse bajo los palos de La Roja. El 11 de septiembre de 2016 debutó con el Athletic en Riazor. Aquella tarde asombró por su madurez.
Su trayectoria desde entonces no ha dejado a nadie indiferente. Quiso volar al Madrid y, un quiebro del destino, le acabó llevando al Chelsea. Por 80 millones. El portero más caro de la historia. Su salida hizo temblar los cimientos de Lezama: un chico de Ondarroa, rojiblanco hasta la médula, él y su familia, que gateó y se irguió en las entrañas de un club tan singular, desafiaba el castillo de romanticismo. Pero, a la larga, salvó una economía que empezaba a tambalearse y dio vía libre al superlativo Simón.
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