El papelón no solo fue de Militao
Una cosa es perder LaLiga y otra ensuciar su figura y prestigio por el camino. La estruendosa derrota del Madrid en Girona recuerda a otras épocas, pero también remite a una actualidad que está ahí por más que se empeñe Ancelotti y los números de intentar desmentirla. Este equipo no defiende bien, relacionada su entereza con las paradas de índole milagroso de Courtois y la jerarquía de Militao. Con el belga en casa y con el brasileño irreconocible, de parranda total, el Madrid se deshizo ante el Girona de autor de Míchel y el instinto depredador de Taty Castellanos. Fue un papelón en toda regla por afrontar el partido con la intensidad equivocada. El Madrid salió a disfrutar en Montilivi y se llevó un sopapo de magnitud. Flaquearon todas sus líneas, concedió espacios por todos los lados y no tuvo el socorro esta vez de su portero. Lunin no se asemeja en nada a Courtois, aunque imputarle al ucraniano la goleada carece de sentido y esa actitud tiene más que ver con el ensañamiento.
El Madrid no tuvo plan, tampoco futbolistas y ganas para afrontar el vendaval que se le vino encima en las jugadas de fina elaboración y vertiginosas que definen a este Girona. Couto y Tsygankov hicieron lo que quisieron por la derecha con Nacho sobrepasado, al igual que Riquelme con Carvajal en el otro lado. Peor salieron Militao y Rüdiger, extraña pareja en el centro de la zaga, que defendieron siempre mal hacia delante y que regalaron su propia área para disfrute personal de Taty Castellanos. Lo mismo en el medio, donde el Girona giró el juego con una facilidad pasmosa ante un bloque blanco desequilibrado que llegó tarde tanto a la presión como a recogerse cuando le tocaba retroceder. Por ahí se perdió el Madrid y se constató la evidencia de que no termina de protegerse bien. El rendimiento individual de Courtois y Militao es su principal aval, y si ambos están ausentes, uno en su domicilio y otro irreconocible en el campo, todo se cae. Porque el Madrid no atacó mal en Girona, estimulado como siempre por Vinicius, pero su indecoroso partido sin el balón, al que se añadió el acierto extraordinario de los de Míchel, dejó un retrato preocupante ante las empresas que tiene por delante.
Descompensados
Militao sale hacia delante y Rüdiger rompe la línea quedándose muy atrás sin estrechar tampoco la marca sobre Taty Castellanos. La diagonal y el pase de Riquelme desnudan el precario posicionamiento defensivo blanco en el primer gol.