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El mundo al revés

Si antes de arrancar la semifinal entre Carlos Alcaraz y Novak Djokovic, alguien con capacidades adivinatorias nos hubiera anticipado que el partido se iba a decantar por los problemas físicos de uno de los contendientes, seguramente hubiéramos apostado por el veterano de 36 años y no por el joven de 20. Pero sucedió justamente lo contrario. El mundo al revés.

El partido estaba empatado, un set para cada uno y 1-1 en el tercero, cuando Alcaraz sufrió una lesión que desniveló la lucha. Hasta ese momento, la igualdad se reflejaba en el marcador, pero las sensaciones en la pista comenzaban a inclinar las apuestas en favor del español. Djokovic había llamado al médico en el segundo set y el cansancio empezaba a golpearle. Así lo admitió el propio Nole al término del partido, si bien es verdad que nunca te puedes fiar de sus achaques, que tantas veces hemos visto ir y venir. Esa segunda manga, que Alcaraz se anotó 7-5, colocaba el encuentro de cara para el murciano, pero los calambres cambiaron radicalmente el destino. Hasta entonces, los dos habían hecho un partido sublime, con golpes mágicos y lances de juego acordes al nivel de los rivales: el número uno de la ATP y aspirante a comerse el mundo, en un lado de la red, y el vencedor de 22 Grand Slams, que conserva hambre para más, en el otro. No hay mejor duelo posible en el tenis actual.

Ya no sirve de nada pensar en lo que pudo ser y no fue, pero sí nos hemos quedado con las ganas de presenciar el desenlace sin intromisiones de salud. Carlitos tiene mucho tenis y mucho tiempo por delante para coronarse en Roland Garros. Siempre que el físico acompañe, claro. Y, de momento, no ha acompañado lo que se puede esperar en un joven de su edad. Las lesiones le privaron de la ATP Finals y de la Copa Davis la temporada pasada, le dejaron fuera del Open de Australia en la actual… y ahora han aplazado su sueño sobre la tierra de París. Volverá… Esperemos que más fuerte.