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El mejor Madrid en meses

El fútbol tiene estas cosas. Cuando mejor jugó el Madrid, no pudo con la Real Sociedad y se aleja del liderato que luce el Barcelona. Fue un partido de altos vuelos, donde se vio de largo la mejor versión del equipo de Ancelotti en mucho tiempo. Solo se perdonó el gol al darse de bruces contra un Remiro de campanillas. El Madrid fue un ciclón con ese 1-4-2-3-1 en el que Rodrygo demuestra que es todavía mucho más jugador por dentro. A partir de sus giros y de los regates también de Vinicius, más una posesión hilada con sentido y ritmo, arrinconó a una Real que tuvo que sacar el acorazado para escapar sin ningún arañazo del Bernabéu. Tuvo Imanol que reforzar la medular más de lo que hubiese gustado, porque el abordaje blanco resultó continuo tanto por las bandas como por el carril interior. Todas las piezas ofensivas se activaron, con Ceballos una vez más magistral en la manija y Valverde dando la profundidad y el vigor que le faltaba en los últimos partidos. El crecimiento del utrerano es una solución y un problema al mismo tiempo para Ancelotti, que va a tener que prescindir en sus onces de Kroos o Modric de forma habitual. Así fluyó el juego a una velocidad notable.

Al atacar bien, defendió casi mejor. Ancelotti apostó por una presión alta para provocar el error en la salida de una Real que no cambia su propuesta en ningún caso. Con todo el bloque en posiciones avanzadas, el Madrid robó una cantidad de balones importante en campo contrario. Nacho, Militao o Camavinga midieron muy bien los saltos y hubo momentos en los que la acreditada construcción realista quedó rebajada al máximo. Zubimendi y Brais fallaron de más y solo Kubo mantuvo la línea. El regreso del japonés fue un derroche de personalidad, talento y predisposición. Ahora sí es el jugador que se esperaba que fuera. Gracias a él se sacó la Real por momentos el amplio dominio madridista. También a Zubeldia, el gran interruptor junto a Remiro para frenar a un Madrid que se desempeñó como hacía meses que no lo hacía. Nada tiene que reprocharse esta vez, aunque el resultado diga lo contrario. No todo en la vida es ganar pese a lo que dictamina su historia.

Rodrygo, desatado

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El brasileño es imparable por dentro. Se intercala entre los centrocampistas realistas y resulta impredecible por sus diferentes movimientos y recursos técnicos. Un lugar para quedarse.