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El Madrid oposita a revivir a todos

No ha sido una semana futbolística sencilla para el Madrid, merecedor de otros resultados que le hubieran puesto en un brete dentro y fuera de sus fronteras. Se puede decir que en Vallecas se conformó con el mal menor, porque pudo ser peor. El gol de RDT cambió por completo el partido y dinamitó la inercia positiva con la que el equipo de Ancelotti había amanecido. Al Madrid le castigó su poca reflexión ofensiva al jugar más por impulsos que por ideas. Queda claro que de Kroos no se puede prescindir ni un instante, porque es el futbolista que ahora mismo ordena la velocidad de los otros. Y eso que el Madrid empezó bien, no solo por tirar de escopeta Joselu, sino por transmitir una sensación de superioridad importante sobre el Rayo. Cada vez que se aproximaba al área rival, se percibía el peligro. Pero las acometidas de Vinicius, otra vez metido en mil peleas, duraron poco y el Madrid echó de menos los metros que ganaba con sus carreras, aunque Aridane se empeñara en facilitarle las cosas. Aritméticamente, perder dos puntos no es ningún drama para el Madrid. Ahora bien, jugar del modo que lo hizo sí es motivo de inquietud.

Fue un buen estreno de Íñigo Pérez en el Rayo. Su equipo se pareció al de Iraola, lejos todavía de su nivel, pero la alineación ya supuso un guiño al pasado con la presencia de Trejo. El Rayo recuperó energía, entusiasmo y solvencia, aunque tardara en reparar en estas virtudes para enfrentarse al Madrid. Espino y Álvaro García recordaron a la banda izquierda de otro tiempo, Trejo apareció entre líneas y RDT, que comenzó horrible, tuvo destellos del jugador que fue. A partir de ahí, con Óscar Valentín como espantapájaros en el centro del campo, el Rayo ofreció una buena imagen ante un Madrid parco en las ayudas a los compañeros y muy terrenal en su rendimiento ofensivo. Lucas, Fran García y Modric no anduvieron finos; solo Joselu se encargó de animar el cotarro entre los suplentes a los que Ancelotti abrió la puerta de la titularidad. Pero el mal partido del Madrid no remitió a una cuestión de nombres, sino de rendimiento colectivo. Lo mismo que en Leipzig, lo que allí un futbolista (o dos) fueron todo un equipo.

Vacío en el carril central

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Álvaro y Espino rompen por la izquierda ante la pasividad de Brahim y Lucas, mientras que Camavinga se hunde en la zaga dejando a Trejo solo. Valverde tampoco reacciona. Boquete del Madrid en la jugada del penalti.

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