El Madrid no se ganará el perdón hoy
El Bernabéu solo admiró de verdad a jugadores que se volvían extraordinarios en los días de la verdad: de Di Stéfano a Redondo, de Raúl a Cristiano.

El sábado trágico. No fue la derrota, ni siquiera la manita, ni que fuese el Atlético el autor del atropello, asunto no menor si se tiene en cuenta que el debate del lunes en la calle se alarga mucho si el desastre es frente al vecino. Lo que realmente tiene en vilo al madridismo desde la media tarde del sábado es la vuelta a lo peor de su pasado reciente, a la falta de sacrificio, al escaqueo mayoritario, al apocamiento en las grandes citas. Eso lo creía superado. La afición del Madrid, como la mayoría, admite el desacierto, pero no la dimisión. Y eso pareció lo del Metropolitano. Los datos dicen que el paso de sólido a gaseoso es recurrente ante los de su tamaño.
Malos datos. El curso pasado perdió cuatro veces ante el Barça, en San Mamés y en el Metropolitano en Champions (en la Liga sacó un empate). También fue superado en sus visitas a Liverpool y Arsenal. Y en el Mundial de Clubes le goleó el PSG. Su única victoria de mérito lejos del Bernabéu fue ante un City que durante el curso caminó entre tinieblas. El Madrid solo tiene una docena de partidos al año que le dicen dónde está y el primero sirvió para declarar el estado de alarma. Y es que el Bernabéu solo admiró de verdad a jugadores que se volvían extraordinarios en los días de la verdad: de Di Stéfano a Fernando Redondo, de Raúl a Cristiano.
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Bellingham. Así pues, el partido ante el Kairat, 151 de ranking UEFA, no servirá para expiar ningún pecado. Se da por descontado el triunfo, salvo que la tormenta del Metropolitano derive en huracán. Ni siquiera el partido ante el Villarreal en casa tranquilizará a la afición blanca. Al Madrid se le espera ante Liverpool, City o Barça, con los que se jugará los títulos aquí y en Europa. Y también a Xabi Alonso, que había dado muestras de poner el bien común por delante de los rangos adquiridos hasta que metió con calzador a Bellingham, y le mantuvo cuando el desastre aún era evitable, por galáctico. Tras un año sin títulos, el Madrid no puede esperar a nadie.
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