El Madrid es inmortal
Otra noche mágica.- Desde niño mi padre me hizo del Madrid por noches como esta. Es el único club del mundo capaz de resistir un tornado sin sufrir un solo rasguño. Con un City desatado, en un asedio tan severo como estéril, con un Madrid dando un máster de cómo defender en bloque medio bajo, con un Rodrygo estelar en una contra que puso a Guardiola de los nervios y con un Rüdiger que tuvo en el extra time el gol de la gloria. La pelota era del City, pero el orgullo era de la tropa de Ancelotti. Un ejército al que tienes que rematar cien veces en el suelo si no quieres que vuelva a levantarse como si fuese inmortal. Qué demonios, quiten el condicional. El Madrid lo es. Un club que sigue escribiendo poemas de amor a la Copa de Europa, con la que empezó su idilio en 1956, con Di Stéfano y Gento al frente, y ha seguido durante siete décadas hasta consumar una nueva aventura en esta Champions de 2024, con otra página dibujada con la gloria de haber eliminado, por séptima vez, al vigente campeón. Ese carácter indomable sólo lo da este escudo, capaz de afrontar todos los desafíos imaginables. Guardiola y su flamante City están ‘out of Europe’. Nunca más den por muerto al Madrid antes de un partido. El Bayern, siguiente en la lista de víctimas ilustres, ya sabe lo que le espera...
Los penaltis.- El Madrid remonta hasta en las tandas de penaltis. Modric erró el primer lanzamiento (sólo los valientes los fallan), pero en vez de ponerse nerviosos apareció la figura mágica de Lunin (candidato a Mejor Portero del Año en Europa) para sacar su sangre ucraniana inalterable y dejar con el molde a Bernardo Silva y Kovacic. Y el Madrid tiró de su flamante estrella, Bellingham, antes de que dos canteranos deluxe, Lucas y Nacho, dibujasen el camino de la gloria. La que tocamos millones de madridistas cuando Rüdiger decidió tirar el lanzamiento decisivo sin alterarse lo más mínimo. Rüdiger ya está en el santoral del madridismo militante. Un héroe con botas, un jabato que se unió a estos chicos que hicieron llorar de emoción a los 3.000 vikingos que silenciaron el Etihad. ¡Qué noche la de aquél día!
ADN blanco.- “Pensar es fácil, actuar es difícil, y poner los pensamientos de uno mismo en acción es lo más difícil del mundo”. La frase no es mía, es de Johann Wolfgang von Goethe, el ilustre novelista, poeta, filósofo y naturalista alemán del Siglo XVIII, paisano de Kroos y Rüdiger. Esta sabia reflexión sirve para explicar lo difícil que lo tenía Ancelotti para convencer a sus chicos de que se podía plantar cara al City en su inexpugnable guarida con otro estilo, resistiendo al asedio de El Álamo como héroes sin capa para terminar ejecutando a los jugones del City demostrándoles que esta camiseta jamás sabrá conjugar el verbo rendirse. Estar en semifinales tras eliminar al City debe asombrar al fútbol europeo. Nadie sabe ya cuál es la fórmula para acabar con este grupo que maneja Ancelotti como si fueran sus hijos. Una familia numerosa unida como una roca para dignificar y engrandecer la historia imperial e incomparable de un club ejemplar.
Bayern, allá vamos.- Lo bonito es que ahora tendremos un partido de vuelta en el Bernabéu ante los alemanes, esos que de chaval me amargaron tantas noches. Pero este es otro Bayern y este es otro Madrid. Dijo Ancelotti hace unos días que había que jugar con “coraje y personalidad”. El Madrid tiene toneladas de las dos cosas. Noche inolvidable. Te amo, Real Madrid.