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El lugar oscuro de Ricky Rubio

“Mi carrera en la NBA ha llegado a su fin”. Esta fue la noticia lanzada por Ricky Rubio en una emotiva carta publicada en sus redes sociales el pasado 4 de enero. Ricky cerraba así un periplo profesional de 12 temporadas, en las que ha disputado 698 partidos en las filas de cuatro equipos, el último de ellos el 23 de abril de 2023 con la camiseta de los Cleveland Cavaliers. Desde entonces, el base de El Masnou no ha vuelto a jugar un partido oficial de baloncesto. El 5 de agosto, cuando estaba en la concentración de la Selección previa al Mundial, emitió un conmovedor anuncio que estremeció al deporte español: “He decidido parar mi actividad profesional para cuidar mi salud mental”. Ahora ha vuelto a hablar de aquellos días, con la naturalidad que se hace en los últimos tiempos: “El 30 de julio fue una de las noches más duras de mi vida. Mi mente se fue a un lugar oscuro”.

Rubio continúa con esa pelea, que prefiere mantener en la esfera privada, pero en su misiva abría una ventana a la esperanza con un “mejorando cada día”. El catalán se despide de la NBA, una decisión que ya masticaba antes de entrar en el túnel, pero no cierra la puerta a otros destinos, que ya es importante. Obviamente, la retirada es una resolución que, a sus 33 años, no hay que descartar. La salud es lo primero. Y de su ánimo dependerá su futuro. Pero, puestos a especular, o puestos a desear, lo normal es volver a verle de corto. Seguramente en el Barça o el Joventut, sus anteriores equipos en Europa, cerca de casa. O quizá en el Girona de Marc Gasol. ¿Y por qué no de regreso a la Selección, su otra familia, la que encumbró como MVP del Mundial en 2019? Tiene el ejemplo próximo de Álex Abrines. O el más lejano de Simone Biles. Pero ahora mismo todo son cábalas. Lo importante es su recuperación. Y en ello trabaja. Para salir de la oscuridad.