El límite de la paciencia de la afición che
Todo tiene un límite. Pero el de la paciencia de la afición del Valencia parece estar cerca del infinito. Los hay de todo: desde los activistas anti-Lim, portadores de la famosa bandera amarilla por todo el mundo, hasta los que ya no ven utilidad a las protestas y prefieren centrarse en animar al equipo el fin de semana, penando las derrotas y alegrándose por las victorias. Aunque estas cada vez son menos. Luego están los llamados ‘monchitos’, a los que acusan de blanquear al dueño.
Pero en lo que coinciden todos es que este Valencia no es el Valencia. Ya no se sueña con aquel que ganaba Ligas y se plantaba en finales de Champions. Se conforman con un club acorde con su historia que en el campo compita con cualquier rival. Porque por Valencia ahora mismo se habla de todo menos de fútbol. Y eso que es el colista de Primera.
Obviamente el ‘Caso Mir’ lo ha agitado todo. Pero nadie olvida la nula inversión del propietario en el equipo pese a haber vendido a Mamardashvili por 35 millones; que la ciudad se ha quedado sin Mundial porque el dueño no acabó el nuevo estadio en tiempo y forma y ahora todo son prisas e incógnitas; o que ahora se haya recurrido a una empresa (Goldman Sachs) para que consiga 120 millones para engordar aún más la deuda. Hartos de estar hartos. Y aún hay más: esta noche hay partido, en el Metropolitano, donde nunca ha ganado. Quizás un triunfo podría al menos cambiar lo deportivo. Quizás.
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