El líder de la Edad de Oro

En los tiempos del deporte en blanco y negro, España disfrutaba de su trilogía clásica: fútbol, ciclismo y boxeo. Era la época del Real Madrid de Di Stéfano y Gento, de los goles de Zarra y Marcelino con la Selección. De las escaladas eternas de Trueba, Bahamontes y Julio Jiménez. O de combates que paraban el país con Uzcudun o Sangchili, con Carrasco o Legrá. El deporte español no salió de ese triángulo hasta los años 70, cuando comenzaron a surgir, casi siempre por generación espontánea, algunas leyendas que abrieron una estela infinita: Ángel Nieto, en motociclismo; Manolo Santana, en tenis; Severiano Ballesteros, en golf; Paco Fernández Ochoa, en esquí; Emiliano y Luyk, en baloncesto… Los 80 consolidaron esa tendencia con Perico Delgado, y a su estela Miguel Indurain; con Arantxa Sánchez Vicario, y a su estela Conchita Martínez; con Epi y Fernando Martín, con la Quinta del Buitre, con González y Abascal, con Carlos Sainz...

Pero todo se catapultó en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, cuando la improvisación se sustituyó por planificación e inversión. Ese fue el punto de inflexión del deporte español. Un año que abrió la puerta a la competición femenina con campeonas de la talla de Theresa Zabell y Miriam Blasco, o las Chicas de Oro del hockey hierba, y que nos dejó fotos míticas como la de Fermín Cacho coronado como campeón olímpico en 1.500, pero que sobre todo plantó la semilla de lo que iba a llegar una década después, ya en el Siglo XXI: la Edad de Oro del deporte español.

El cuarto de siglo que se cierra en el actual 2025 ha presenciado los mejores resultados de la historia, hitos inimaginables como un Mundial en fútbol, dos Mundiales en baloncesto y en balonmano, tres anillos de la NBA con los hermanos Gasol, dos títulos de Fórmula 1 con Fernando Alonso, siete coronas de MotoGP con Marc Márquez y tres con Lorenzo; seis Ensaladeras de la Davis, oros mundiales en disciplinas lejanas, como Carolina Marín en bádminton y Javier Fernández en patinaje sobre hielo; la Indy500 con Palou, los oros y récords mundiales de Mireia Belmonte, cuatro Tours entre Contador, Sastre y Pereiro; tres arcoíris con Freire… Y no me olvido, por supuesto, de los 22 Grand Slams, 14 de ellos en Roland Garros, bajo el mismo nombre: Rafa Nadal. Entre tantos campeonísimos, entre tanta leyenda, Nadal lideró aquella Edad de Oro. Y anoche cerró esa etapa rodeado de algunos de ellos, con un emotivo homenaje en la Gala anual de AS. El mejor broche a una era de ensueño.

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