El inestable camino al US Open
El tenis enfila la recta final hacia el US Open, el último Grand Slam, después de la disputa de los dos Masters 1.000 previos. Los resultados no han servido para extraer demasiadas conclusiones. En la ATP se han producido dos sorpresas, con las victorias de Pablo Carreño en Canadá y Borna Coric en Cincinnati. Ambos se han estrenado como maestros, lo que demuestra que el circuito masculino abre el pronóstico sin las vacas sagradas. Lo mismo que ocurre desde hace tiempo en el femenino, que ha coronado a Simone Halep y Caroline Garcia. Se pueden deducir pocas cosas para Nueva York. Si acaso, que el tenis español no llega en su mejor momento, salvo por la grata excepción de Carreño, que crece en esta época. Sus dos únicas semifinales en un grande han sido en Estados Unidos.
Del tenis femenino poco se puede decir, salvo desear a Paula Badosa y Garbiñe Muguruza que reencuentren la difícil senda del éxito, que la primera salga de su peor bache de la temporada, y que la segunda no haga más profundo su hoyo de irregularidad. Las dos atesoran mucho más de lo que se ha visto en Toronto y Cincinnati. En el masculino, Carlos Alcaraz y Rafa Nadal pasan por situaciones delicadas. Alcaraz ha perdido letalidad tras su espléndida primera parte del curso. Quizá los rivales han neutralizado sus mejores armas, quizá ha perdido frescura física, quizá ha caído bajo la presión del top mundial, o quizá un poco de todo. El caso es que se muestra más vulnerable, aunque hay que recordar que tiene 19 años y un universo de aprendizaje por delante. Nadal es otra cosa. Sigue en su eterno retorno. Rafa reapareció la semana pasada y perdió en su debut, aunque lo hizo ante Coric, posterior campeón. En la rueda de prensa reconoció que no se veía todavía competitivo. A sus 36 años, y con 22 Grand Slams en la saca, tiene experiencia sobrada para volver a ser él mismo.