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El Halcón vuelta alto

Don Federico.- Se lo ha ganado el uruguayo. A pesar de su juventud, 24 años, ya merece que le pongamos el ‘Don’ por delante. Qué barbaridad de futbolista. Qué progresión más llamativa e imparable. Qué calidad en el golpeo desde Montevideo. Qué orgullo tiene defendiendo la camiseta blanca como si fuese la celeste de su amado Uruguay. Valverde tiene entregado al Bernabéu, que ya le adora como uno de sus ídolos intocables. Su ‘valverdazo’ en el 3-1 es de los que justifica el esfuerzo que hicieron los 59.625 aficionados que se gastaron un buen dinero en los duros tiempos que corren y que desafiaron a la lluvia con tal de llevarse una alegría al cuerpo. Y el éxtasis llegó con ese zurriagazo de Fede, que le pega a la pelota como si tuviese alguna cuenta pendiente con ella. Ya suma siete goles, con cuatro de ellos desde más allá de la frontal del área. ‘El Pajarito’ ascendió a la categoría de Halcón tras su maravillosa final de la 14 en París. Pero ahora se puede afirmar que el Halcón vuela muy alto sin que nadie se atreva a ponerle límites. Le comparan con De Bruyne y, de los antiguos, con Gerrard y con Lampard. Pues yo no lo cambio por ninguno de ellos. Y encima celebra los goles con rabia y orgullo mirando a la grada que le ama. Madridismo on fire.

El Bernabéu es sabio.- Sin duda, la afición de este estadio mitológico sigue siendo la mejor del mundo. No porque sea la que más ruido hace ni por su empeño en animar continuamente como si estuviese ajena a lo que sucede en el verde. Eso es lo fácil y lo hacen muchas torcidas. Lo difícil es saber transmitir al equipo lo que necesita en cada momento. El curso pasado fueron decisivos en las tres remontadas legendarias ante PSG, Chelsea y City. Y ante el Sevilla fueron determinantes otra vez, con una pitada severa a sus jugadores. Sé lo que digo. Cuando empató el partido Lamela con un golazo sutil y pleno de calidad en el único remate claro del equipo de Sampaoli, la grada del Bernabéu activó al modo ‘reprimenda’ y silbó ruidosamente para decirle a sus guerreros que la hora de la siesta se había acabado y, como profetizó Ancelotti en la víspera, “a veces nos miramos demasiado en el espejo”. Rodrygo fue el primero que captó el mensaje con varias acciones briosas y verticales, de esas que a este estadio le ponen. Y Carletto hizo el resto dando entrada a Asensio y Lucas Vázquez, que lanzaron el toque de corneta con una contra que encauzó el mallorquín con un gran pase a Vini, que completó el brasileño con su segunda asistencia de la velada permitiendo que el gallego marcase su gol 31 con la camiseta que honra con su esfuerzo innegociable. ¡Grande, Lucas!

Noche de fiesta.- El 3-1 terminó de redondear una velada perfecta, iniciada con un bonito y merecido homenaje al mejor jugador que pisa la Tierra, Benzema, que recibió su Balón de Oro ante un Bernabéu bañado en oro. También Courtois recibió su premio como mejor portero del Mundo. Fue maravilloso ver a Casillas y Zidane (los dos regresaban al césped en el que dieron tanta alegría y gloria al madridismo) junto a Modric entregarles los galardones. Luka, de hecho, se incorporó a la fiesta de los Balones de Oro (él lo ganó en 2018) con el gol del 1-0 tras asistencia mágica de Vini. En el Madrid se valora que tras la marcha de Cristiano hace cuatro años, nada menos que dos jugadores hayan levantado el Golden Ball: Modric y Karim. Este club es de otro planeta.

Y sin Karim.- Hay que valorar que el Madrid metió tres goles pese a la ausencia de Benzema, lo que confirma la versatilidad de esta plantilla. El equipo de Ancelotti es un rodillo y se consolida como un líder invencible. Hasta el parón del Mundial no se vislumbra ni un nubarrón.