El Giro resopla con Van Aert
Una de las grandes noticias ciclistas de la semana ha sido el anuncio, aún oficioso, de la participación de Wout van Aert en el Giro de Italia 2024. Mientras Tadej Pogacar deshoja la margarita, con una clara tendencia al sí, la Corsa Rosa ya tiene su primera superestrella para la 107ª edición. Un desahogo para una carrera que todos los años tiene serios problemas, incluso con el talonario en la mano, para reclutar a un reclamo estelar. Desde que Marco Pantani redondeó el doblete Giro-Tour en 1998, han pasado 25 años sin que nadie haya logrado la gesta, lo que confirma la dificultad del desafío. En otros tiempos, el Giro servía como lanzadera para la Grande Boucle. Recuerden también a Miguel Indurain. Pero no en el ciclismo actual.
Los antecedentes no engañan. Y tampoco ha aportado mucha ayuda la constante reivindicación de la personalidad del propio Giro, que ha insistido con recorridos muy exigentes, que exprimían hasta la última gota de energía de los contendientes. Así era difícil, prácticamente imposible, que un corredor que había peleado la maglia rosa llegara en condiciones de luchar por el maillot amarillo. Este año parece diferente. Después de varias ediciones de bloqueo y sopor, RCS ha entendido también que una última semana cargada no promueve la vistosidad, sino muchas veces justo lo contrario, el conservadurismo. El trazado de 2024, más suave, pero también más revoltoso, es una invitación a Pogacar, que con 34 días de separación podría animarse a doblar la apuesta. Igual que parece haber seducido a Van Aert, que tiene casi 70 kilómetros de contrarreloj y una etapa de sterrato para lucirse. La incógnita es si el belga acudirá a Italia a probar el asalto a la general, un reto que nunca ha intentado pero que podría estar a su alcance en un mapa de estas características, o solo irá en busca de etapas. Elija lo que elija, el espectáculo está asegurado. Y el Giro empieza a resoplar.
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