El gigante dormido del rugby
El rugby español perdió una oportunidad de oro, o habría que decir dos, por sus descalificaciones de las dos últimas Copas del Mundo debido a errores de elegibilidad. La segunda fue especialmente dolorosa, por lo que suponía tropezar otra vez con la misma piedra y por la cercanía geográfica de Francia, que hacía relamerse a los aficionados. Ya no sirve de nada meter el dedo en la herida. Si acaso, sólo para no tripitir la historia. Aquella ocasión se esfumó. Hubiera sido mejor avanzar con ese viento de cola, con el impulso de los Leones mundialistas, pero llorar no conduce ahora a ningún sitio. Hay que mirar adelante. La Federación Española ha cambiado de arriba abajo, con Juan Carlos Martín ‘Hansen’ al frente. Y World Rugby, que ya tenía grandes planes para España, conserva la fe para promover su deporte en un país al que consideran “un gigante dormido”.
Una prueba es la concesión a Madrid de las Series Mundiales de Seven para los próximos tres años en el estadio Metropolitano, un templo del fútbol que ya ha acogido a la Selección contra los Classic All Blacks y repetirá en agosto frente a los Pumas de Argentina. Esa confianza se ha escenificado esta semana con la inédita visita de Sir Bill Beaumont, que ha aprovechado la presentación del evento para promocionar su producto durante tres días por la capital. El presidente del rugby internacional confirmó en AS esa mirada cariñosa a España, un país triunfador en el deporte, que aún debe aprobar la asignatura pendiente del oval. Hace meses ya integró en el seno de la FER a un supervisor de alto rendimiento, Raúl ‘Aspirina’ Pérez. Un gesto clarificador. El rugby, concentrado históricamente en un puñado de países, afronta el reto de sepultar su carácter endogámico, de abrirse a otras naciones para crecer. En ese camino, España es un lugar estratégico. El gigante dormido.