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El fuerte de Unai Simón y la anarquía de Pape Gueye

La consolidación

Todo puede ir a peor. Que se lo digan al Valencia, que acentuó su crisis para caer a posiciones de descenso con una nueva derrota ante el Athletic. En términos estrictos, no mereció perder, pero se encontró con un Unai Simón fantástico. A sus 25 años, el portero del Athletic aborda un momento clave en su carrera. Después de ser titular en una Eurocopa y en un Mundial, la salida de Luis Enrique de la Selección puede transformar su condición de número uno, pero actuaciones como la de Mestalla alientan su candidatura a mantenerse. Seguro que, a Luis de la Fuente, presente en el estadio valencianista el pasado sábado, le encantó su partido. Unai Simón realizó siete paradas, su segundo mejor registro en LaLiga esta temporada tras las ocho ante el Girona en noviembre. Tres de ellas resultaron determinantes y requirieron de cierta complejidad. Las manos que sacó a los remates de Lino, Hugo Duro y Diakhaby constatan el nivel en el que se mueve Unai Simón. No es una cuestión menor, más si cabe con el cambio de rumbo en la Selección. Por ahora, se hace fuerte.

Se llama caer de pie

El ritmo triunfal del Sevilla en el Sánchez-Pizjuán en este 2023 le ha cambiado la cara por completo al equipo de Sampaoli. La exigencia era máxima, sigue siendo altísima, pero ha sabido lidiar con ella. Fichajes como el de Pape Gueye (24 años), viejo conocido del entrenador argentino, explican el giro futbolístico. El centrocampista senegalés tuvo un rendimiento sensacional frente al Mallorca. Al lado de Fernando, enseñó su buen trato de balón, aportó solidez en las disputas (diez de 15 duelos ganados) y se prodigó en las coberturas a los centrales. Pero, además, se descolgó en ataque y fue el jugador que más veces disparó. Se advierte cierta anarquía en sus movimientos. Es imprevisible en las rupturas y frecuenta sus apariciones en el área rival. Tiene fuerza, despliegue y desparpajo, virtudes a las que añade una finura técnica interesante como reveló en el pase en largo a En Nesyri en el primer gol al Mallorca. Juega a su gusto y el Sevilla ha agradecido rápidamente su aportación.

Explosivos

El relevante papel que cumplen los extremos en el Cádiz es indisimulable. Cuanto más aparecen, más cerca está el equipo de Sergio de llevarse el gato al agua. En esta línea, Theo Bongonda y Brian Ocampo zanjaron por la vía rápida el envite ante el Girona a partir de su desequilibrio y verticalidad con una participación clave en los goles amarillos. El belga fue un torbellino en la derecha (51 intervenciones, ocho centros, cinco regates completados...) y el uruguayo tiró de amagos e insistencia (56 toques, cuatro remates...). Entraron en contacto muchas veces con la pelota, para mal del Girona, que se vio azuzado por el carácter desafiante de los dos extremos del Cádiz. Al final, se jugó a lo que quiso Sergio y no Míchel. Un dato florece como explicación. Fali y Luis Hernández tocaron entre 15 y 20 balones menos que Bongonda y Ocampo.

Los once metros

Se afirma que los penaltis los fallan quienes los tiran. Eso ocurre más que nunca esta temporada. En el Getafe-Rayo erraron dos penas máximas Mayoral y De Tomás para seguir con la tónica general. Se han desperdiciado ya 22 penaltis este curso en LaLiga y el porcentaje de acierto apenas alcanza el 67%. Solo en la 2005-06 y en la 2013-14 se bajó del 70% de éxito. Son números que exponen el peso del sentido de la responsabilidad del que ejecuta los penaltis y la mejora continua de los porteros en este registro. Cada vez aguantan más y obligan al tirador a tener que ajustar su disparo. Incluso se ven estiradas fabulosas como la de David Soria frente a De Tomás. El duelo lanzador-portero se aprieta.