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El diablo viste de Pintus

No despide olor a azufre ni tampoco tiene el pelazo del demoníaco Robert de Niro en El Corazón del Ángel, pero a Antonio Pintus uno de sus futbolistas (se sospecha que Bellingham) le espetó en broma estos días de palizas físicas una frase entre resuellos: “Eres el diablo”. El italiano es más que el preparador físico del Real Madrid. Si Baudelaire escribió hace dos siglos aquello de que “el mejor truco que inventó el diablo fue convencer al mundo de que no existe” (Kevin Spacey nos lo actualizó en 1995 con Sospechosos habituales), el truco de Pintus es justo el contrario. Convencer a todos, desde el presidente al utilero, de que su existencia como mastermind de la preparación física es más que necesaria. Es esencial.

Afable y muy educado, Pintus aterrizó en la casa blanca de mano de un Zidane que se había zampado sus pretemporadas en los Alpes con la Juventus. Fue su primer fichaje como entrenador del Madrid, en 2016. Apareció al inicio de la gira blanca por Montreal fibroso (corre 30 kilómetros diarios y le gusta hacerlo marcándole el ritmo a sus jugadores) y Marcos Llorente, un portento, terminó el primer día a sus órdenes con ampollas como monedas de euro...

Por eso aunque Pintus se marchó en 2018, el club nunca le perdió la matrícula y se lo ofreció a Ancelotti cuando el técnico volvió a Chamartín, ya sin su inseparable Giovanni Mauri en la parcela física. Carletto y Pintus maridan bien. El primero muestra una flexibilidad táctica envidiable a sus 64 años y el segundo potencia las válvulas de una plantilla que vuela (Camavinga, Tchouameni, Vinicius, Valverde, Fran García...) y parece presta a hacer diabluras.