El corazón del campeón
La temporada 2022-23 de la ACB ha comenzado como terminó la temporada 2021-22: con el Real Madrid como campeón, entonces de la Liga y ahora de la Supercopa, y con Edy Tavares como MVP de las respectivas finales. Podríamos añadir, también, que en ambos casos con Chus Mateo en el banquillo blanco, aunque no es exactamente así. En la serie liguera, Mateo dirigía al equipo circunstancialmente, como sustituto de Pablo Laso, que había sufrido un infarto unas semanas antes. No es una diferencia menor. Aquel título hay que contárselo a Laso, que había confeccionado y trabajado la plantilla, entre otros con la ayuda de su segundo. En esta ocasión, sin embargo, Chus Mateo actuaba sin red. Es verdad que parte de la labor ya estaba hecha, que muchos de los jugadores son los mismos, pero también hay novedades que acoplar, por ejemplo a ese Dzanan Musa que ya emerge como un hombre de peso: su 33 de valoración en la semifinal ante el Betis es una prueba rotunda. Para Mateo ha sido un desahogo arrancar ganando. Y así lo ha reconocido: “Estoy un poco más tranquilo”.
La comparación con su antecesor va a ser inevitable, porque no hablamos de un técnico más, sino de una leyenda del madridismo. Esta Supercopa es el primer título ganado por el Madrid sin Laso desde la Liga de 2007, que tuvo a Joan Plaza a las riendas. Después, el vitoriano sumó 22 trofeos en 11 temporadas, entre ellos dos Euroligas. Es lógico que, con esos números siderales, cualquier otro que venga después sea mirado con lupa, incluso si se trata de alguien tan cercano como Mateo. Y mucho más tras su discrepante y polémica salida del club. Chus debe hacer su propio camino, con la vista hacia atrás sólo para reclutar las cosas buenas, que fueron la mayoría. Muchas de ellas se mantienen en este grupo. Por ejemplo, eso que el propio Mateo llama “el corazón del campeón”. Que sigue vivo.