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El convulso pádel cierra con récord

El pádel mundial ha cerrado su temporada más convulsa con la coronación de sus campeones en el Máster Final de Barcelona, el último torneo del calendario del World Padel Tour (WPT), hasta hace bien poco el circuito dominante de este deporte. Ya no está tan claro. El Palau Sant Jordi encumbró a las dos mejores parejas del año en dos emocionantes finales que se resolvieron en el tercer set. El título de maestros se lo llevaron por segundo año consecutivo Juan Lebrón y Ale Galán, que han ratificado su condición de indiscutibles números uno. Y el femenino fue para Alejandra Salazar y Gemma Triay, en un partido que no sólo decidía el trofeo de maestras, sino también el número uno del curso, en apretado pulso con Ari Sánchez y Paula Josemaría. El éxito coloca a la madrileña de 37 años Ale Salazar en la cima histórica, tras haber compartido el liderazgo mundial con varias parejas: Iciar Montes, Carolina Navarro, Marta Marrero, Ariana Sánchez, ahora Triay

El domingo decisivo vino precedido el sábado de un récord de asistencia en las gradas: 12.141 espectadores. Esta es la mejor prueba de que el emergente pádel crece en los gustos del aficionado. Pero aún arrastra lastres permanentes. El primero es consolidar su internacionalización, tanto en el calendario como en el elenco de jugadores, para no dar esa imagen de que sólo se juega en dos países. En España y en Argentina, por ser más concretos. Y el segundo, un imposible, es desarrollar un escenario de convivencia, donde organizadores y competidores puedan sentirse cómodos. La eclosión del Premier Pádel de la mano de la Federación Internacional, con el apoyo de los principales jugadores masculinos, ha abierto una batalla de la que no se atisba el final. No es una situación nueva. El potencial futuro del pádel es un caramelo goloso, que ha mantenido en guerra a sus colectivos desde sus inicios.