El Clásico observa a Xabi y Lamine

Un Clásico casi siempre deja víctimas. Tal y como se han estructurado los Madrid-Barça a lo largo del tiempo, se habla menos de los héroes que de los culpables. Es una cuestión cultural. El de este domingo, como siempre, tiene muchos focos de atención. Pero el láser verde señala a Xabi Alonso y Lamine. El entrenador del Madrid ha acumulado un buen puñado de victorias desde que asumió el cargo de manera heterodoxa antes del Mundial de Clubes. Sin embargo, sus dos derrotas han sido ruidosas. El 4-0 contra el PSG y el 5-2 en el Metropolitano le ponen bajo sospecha en los partidos grandes. Y no hay ninguno más que el Clásico. Mientras que Flick, pese a los titubeos iniciales de este Barça, se labró una credibilidad muy robusta el curso pasado por los títulos, Xabi sabe que en el Madrid sólo la podrá sostener, exactamente por esa regla de tres, con éxitos. Su plan de partido hoy será escrutado detalladamente. Pero, sobre todo, se fiscalizará el resultado.

El otro personaje del Clásico, irremediablemente, es Lamine. En Barcelona empiezan a aceptar, mejor o peor, que a él le gusta vivir así, continuamente expuesto en un show del que parece disfrutar. “¿Crecido? Mientras gane, no pueden decirme nada”, respondió en abril antes de la semifinal de Champions contra el Inter…, que perdió. Esta semana ha dado un paso más con el “roban” sobre el Madrid, donde coincidiendo con su mayoría de edad y su primer contrato multimillonario, ya le han dado por clausurado el periodo de gracia. Lo más probable es que Lamine, cuando vea cómo pesan sus declaraciones, acabe blindándose. Estos pecados de juventud también los vimos, sin ir más lejos, en Raúl con el “Barça, Barça, Barça mierda”, y luego resultó un deportista ejemplar. Era, como ahora Lamine, un crío. De lo que ya se ha enterado es de que muchos no le pasarán ni una. Y el campo no siempre te salva.

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