El City de Haaland... el City de Rodrigo
El City fue más pragmático que plástico, de hecho el pragmatismo le salvó de la plasticidad. Cuando dominó encajó un gol y cuando fue dominado, marcó el suyo. Un City sin noticias de Haaland, con pocas de De Bruyne -pese a su golazo- y de muchas, y muy negativas, de futbolistas excelsos como Bernardo Silva o Gündogan.
Salvó un empate que acabó defendiendo con la agonía del año pasado, el del desenlace de la remontada inexplicable, el que sobrevoló de nuevo por la portería de Ederson. Logró Ancelotti llevar al City actual al de las campañas anteriores. No le dio espacios para correr, no permitió que los pases largos a Haaland generaran suficientes segundas jugadas. Le regaló el balón y la posesión, estéril en muchas ocasiones a pesar de ser un equipo maravilloso con la pelota en los pies.
Le mantuvo en pie a Guardiola el pundonor inmenso de Rodrigo, que dio un recital en el Bernabéu. Incluso la sensación es que se ha ganado el respeto de rivales y árbitros, que le permiten manejarse también con las faltas y el juego dividido. Por intuición llegó su robo sobre Rodrygo que al final acabó en el disparo inapelable de De Bruyne, el empate. Guardiola entregó las llaves del equipo al mediocentro español y no se equivocaba. Este City es suyo tanto como lo es de Haaland. La vuelta les espera a ambos, algo que no sucedió en el caso del noruego en su primera visita a Chamartín.