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El bucle problemático del Madrid

El período de desconcierto que se ha abierto en el Madrid no remite a la dispersión del Mundial, tampoco al estado de forma de sus jugadores o a cierta desconexión mental. La gravedad del asunto es más profunda y la semifinal de la Supercopa ante el Valencia, salvada en los penaltis, contribuyó a esa percepción. Fue la clase de actuación de un equipo diseminado y sospechoso en los esfuerzos, cuya identidad futbolística está puesta en duda por sus recurrentes concesiones defensivas. En un partido de más errores que aciertos, contra un Valencia que fue más de lo que venía siendo en sus últimos envites, el Madrid incurrió en equívocos conocidos. El bloque se alargó, las bandas fueron un pasillo de acceso permanente y la presión resultó poco más que tibia. Gattuso descifró que podía tutear al Madrid, sin concernirle el peligro que eso imputa normalmente, dando caché a André Almeida como mediocentro. El portugués ofreció ritmo y orden para rubricar un encuentro estupendo al disfrutar también de la permisividad posicional que el Madrid le otorgaba. Por él se concentró el juego de un Valencia que se estiró bien en las transiciones con los apoyos de Cavani, incorporó a Gayà y mordió de fuera a dentro con los extremos.

El Madrid no dio ningún tipo de réplica convincente. Solo lo hizo Militao, notable para corregir situaciones más que controvertidas con su intuición y velocidad hasta que tuvo que salir del terreno de juego. Los laterales de un lado y del otro corroboraron que el Madrid tiene un problema importante ahí. Carvajal no anda, Lucas carece del oficio suficiente, Nacho es mejor central y Mendy está en época de vacas flacas. También Camavinga, caótico otra vez como titular, sin conectarse al no entender ni su posición ni que los encuentros normalmente primero nacen cerrados. Sin espacios y sin la fatiga del rival, es otro. Ante esta incertidumbre generalizada, el Madrid volvió a equivocar cada salto en la presión, se desordenó en cada acción en la que el Valencia juntaba tres o cuatros pases y volvió muy malamente hacia atrás. La final, alcanzada en los penaltis, será una oportunidad de redención.

Fallo grave de un lateral

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Empleando el vocabulario de Ancelotti, Lucas no fue un defensa pesimista. Tenía ventaja posicional sobre Lino en el centro desde el otro lado de Lato, pero pecó por un exceso de confianza. Error de bulto en la marca.