El batacazo hispano

Nadie podía haber previsto, ni en la peor de las pesadillas, que la Selección de balonmano no estuviera estos días disputando la segunda fase del Europeo. Es cierto que Croacia y Austria se erigían como dos rivales de empaque en la primera ronda. Y que el deporte es deporte. Pero era difícil imaginar que los Hispanos no lograran la clasificación cuando llevaban cinco medallas consecutivas en esta misma competición, cuatro finales seguidas, dos oros en las últimas tres ediciones… España tiene también el récord de podios continentales con nueve presencias. Y nunca se había quedado apeada a las primeras de cambio. Son tantos los precedentes, que la eliminación temprana no entraba en ninguna de las quinielas. Pero este Campeonato de Europa comenzó con un debut envenenado ante Croacia, que zarandeó inesperadamente al equipo español, y terminó con un cúmulo de desdichas ante una crecida Austria.

El resultado del Europeo puede ser tomado de dos maneras. Como el final de un ciclo glorioso. Fue bonito mientras duró. O como un batacazo puntual en el camino. El futuro sigue abierto. Creo que la mayoría de la gente del balonmano se aferra a lo segundo. Este grupo merece ese voto de confianza. La reciente renovación de Jordi Ribera hasta 2028, otro ciclo olímpico, y los brillantes resultados en categorías inferiores solo pueden apuntar en ese sentido. La mejor forma de demostrarlo, eso sí, es levantarse cuanto antes. Los Hispanos tienen Preolímpico en marzo, un torneo al que accedieron porque hicieron los deberes antes, gracias a su bronce en el Mundial de 2023. No han podido pasar de ser tan buenos, a ser tan malos, en solo un año. En el deporte se gana y se pierde. Y más en una disciplina tan igualada como el balonmano. Lo raro era lo otro. Tantos años sin caer de la élite. Estos tropiezos también nos enseñan a valorarlo.

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