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“El Barça se ha reído de mí”

Hay una famosa frase, casi un mantra, que sostiene que ‘el Barça es más que un club’. Hoy sería fácil ingeniar todo tipo de chanzas al hilo de este lema. Los turbulentos sucesos del arranque de año dan para un festival de sainetes. No voy a hacerlo. Personalmente tengo claro, aunque a veces cueste creerlo, que la entidad está muy encima de su falta de rumbo actual. Y también me genera mucho respeto su masa social, que no merece esta demencia.

No voy a escribir del caso de Dani Olmo. Ya hay suficientes opinadores haciéndolo. Sino de Thomas Heurtel, que ha protagonizado un absurdo fichaje de ida y vuelta que ratifica el desgobierno que existe en la casa. Ya sonaba a disparate que el FC Barcelona contratara al jugador a quien dejó en su momento tirado en un aeropuerto de Estambul, al mismo al que su afición prometió odio eterno por sus deslealtades con el Real Madrid cuando aún vestía la camiseta azulgrana. Pero alguien que siempre ha sido fiel creyente del amor y del perdón, puede llegar a pensar que la reconciliación es posible, más si la arropamos con el espíritu de la Navidad. Hay ejemplos de sobra. Piensen en el retorno de Antoine Griezmann al Atlético de Madrid.

Lo que ya no tiene ningún encaje coherente es dar la palabra al jugador y hacerle venir desde China con la familia en un viaje de 17 horas, para volver a cerrarle la puerta con el argumento de que su fichaje ha creado rechazo en la opinión pública. ¿Acaso alguien pensaba lo contrario? ¿De verdad que no se había previsto un antídoto para amortiguar esas críticas? Así las cosas, Heurtel no cabe en su enojo: “El Barça se ha reído de mí”. Mientras, los responsables técnicos del basket, Juan Carlos Navarro y Joan Peñarroya, ya no saben cómo pedir disculpas al francés. Han quedado totalmente desacreditados. Lo raro es que sigan en sus puestos, con la cara que se les debe haber quedado. Aunque ya nada es raro en Can Barça.

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