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El Barça recupera fama mundial...

Un presidente lanzado. Laporta se ha tirado como un kamikaze a construirle un gran Barça a Xavi y se está marcando un verano histórico. Alejado de cualquier ortodoxia, y saltándose el protocolo del “antes de entrar, dejen salir”, ha agitado el mercado con los fichajes de Raphinha y Lewandowski. Eso, sin tener resueltas todavía salidas como las de Frenkie de Jong y, en menor medida, Memphis, que puedan darle algo de aire salarial. Sólo el tiempo va a decir si esta es la fórmula del éxito. Lo que sí es seguro es que tiene mucho riesgo, porque va a hipotecar derechos de televisión del club para los próximos 25 años. A bote pronto, el Barça dejará de ingresar en ese espacio de tiempo más de 1.000 millones para poder activar esa palanca que le va a dar ahora unos 540. Pero, como en 2003 con Ronaldinho, Laporta vuelve a imaginar un círculo virtuoso en el que primero se invierta dinero en una gran plantilla y, una vez conseguidos los títulos, los ingresos se multipliquen. Para eso, claro, primero hay que ganar; y nunca se sabe cuándo se puede parar el motor de un futbolista de 34 años como Lewandowski. Y una salvedad más. En 2003 no hubo que hipotecar ningún derecho del club, pero Laporta entiende que la única manera de hacer la revolución en el Barça e invertir la tendencia pasa por ahí.

Modus operandi. Esta semana, además, estaba muy apurado y tenía que actuar. Si no se daba prisa, el Leeds le iba a vender a Raphinha al Chelsea; y a Lewandowski no era cuestión de ponerle nervioso con el PSG revoloteando por ahí. Con el polaco, además, había creado un vínculo y le había prometido que si daba el paso de anunciar públicamente su deseo de vestir la camiseta del Barcelona, no lo dejaría colgado. Esta vez no hubo castillos en el aire como en el caso Messi (qué pensará el argentino desde París de esta vertiginosa fiebre inversora del presidente que tuvo que renunciar a él, supuestamente, por dinero), y Lewandowski vestirá la camiseta del Barça. El polaco llegará a Miami y llenará portadas porque su fichaje, y eso es un mérito indiscutible de Laporta, devolverá al Barça a la primera línea mundial. Ahora falta ponerse a la cola para inscribir al polaco, Kessie, Christensen, Raphinha, Sergi Roberto, Dembélé, Gavi (que también entrará a formar parte del marco salarial de la primera plantilla cuando amplíe su contrato en agosto) y quién sabe si a alguno más. Dentro de las oficinas hay quien confiesa que no sabe cómo lo va a hacer, pero Laporta es un escapista. Si el truco se llamará CVC, BLM, Barça Studios o algún patrimonio en forma de terrenos, eso ya se verá.