El Barça, el alcaloide y el jet lag
Nunca había triunfado una moción de censura en el Congreso hasta que lo hizo hace cinco años, como tampoco habíamos tenido un gobierno de coalición desde tiempos de la Segunda República y ya llevamos dos consecutivos. Son tiempos de cambios acelerados. Tampoco recuerdo que el Barça hubiese remontado nueve puntos al líder o siete al Madrid acabando ya la primera vuelta y algún año tendrá que llegar. Son épicas asociadas solo al Real y a su mística, como las remontadas europeas... hasta que llegó el 6-1 al PSG en el Camp Nou, con movimiento telúrico incluido.
La excitación de conseguir hollar terreno prohibido, vedado o reservado a otros, puede actuar igual que un estimulante alcaloide legal. Como refuerzo vitamínico, Xavi zarandeó primero al equipo en el vestuario tras la lamentable primera parte ante el Almería y luego en la sala de prensa, por si alguien no había captado el mensaje. Lo mismo hizo con el técnico el propio Laporta horas antes, al recordar que Rafa Márquez no está en Barcelona haciendo un máster. Luego a reflexionar todos camino de EE UU, un bolo con jet lag que suena a castigo.
El Barça despide el año en plenas turbulencias, por seguir con la metáfora aérea. Tiene un estimulante reto en la Liga para fijar el rumbo, conseguir lo que nunca en su historia ha logrado, ganar un torneo que todos ya dan por perdido. Una yincana que podría ser la mejor preparación para encarar lo que sí es una obligación, no acabar la temporada sin títulos. Veremos tras las campanadas de fin de año si efectivamente la nave azulgrana se estabiliza sin necesidad de un aterrizaje de emergencia.
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