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El baloncesto nunca deja de creer

Venga, fuera máscaras. Había un runrún generalizado de que la Selección de baloncesto iba a perder los tres partidos de la primera fase en ‘el grupo de la muerte’. Bastante había hecho ya con superar el Preolímpico. Se escuchaba en esas conversaciones más o menos informales, con esos colegas más o menos especialistas, aunque sin hacer nunca público el pronóstico por el respeto que siempre merecen los deportistas, ni siquiera en redes sociales, donde la temeridad es infinita. La mayoría pensaba, o pensábamos, que el basket masculino podía volverse a casa con un rosco ante Australia, Grecia y Canadá. Tres cocos. Era un pálpito parecido al que se sentía en el Eurobasket 2022, sobre todo cuando los octavos cruzaron a Lituania. Pero España se creció entonces, hasta proclamarse campeona. Y se ha vuelto a crecer ahora, ya veremos hasta cuándo.

Después de la derrota en el estreno ante Australia, con unos primeros lances de partido que dejaron una profunda inquietud, la Selección resurgió este martes ante la Grecia de Antetokounmpo. Es verdad que el choque se igualó al final (71-71), tras ceder una ventaja de 16 puntos, pero esto es baloncesto, el sufrimiento aparece intrínseco. El triunfo no asegura todavía la clasificación a cuartos, los de Scariolo pueden ser primeros o últimos, dependiendo de los resultados de la jornada de cierre, pero al menos ya han dado un primer aviso y en ningún caso se marcharán de los Juegos con la cabeza baja, si es que se marchan.

El duelo ante Grecia, con Santi Aldama en modo líder, condujo a la misma conclusión, y a la misma redención, que aquel mencionado Eurobasket, o incluso que el Mundial 2019, aunque allí sí estaban Ricky Rubio y Marc Gasol, palabras mayores. Nunca puedes dejar de creer en la Selección de baloncesto, y con más razón si anda el mago Sergio por el banquillo. Hay que grabárselo a fuego. ¿Hacen falta más pruebas? El mantra habría que extenderlo también a la Selección femenina, que en su debut volteó a la subcampeona mundial, China, con un triple fantástico de Leo Rodríguez para forzar la prórroga. España es un país de baloncesto. A primeros de año no tenía ningún equipo clasificado para París 2024. Ahora hay compitiendo tres. Habrá tiempos mejores y tiempos peores. Pero el basket nunca hinca la rodilla. Y siempre vuelve.

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