El atletismo está en marcha
Los Mundiales de atletismo, que cumplen su 40 aniversario, regresan en Budapest solo un año después de los celebrados en Eugene, una secuencia excepcional debido al baile de fechas que provocó la pandemia. La última cosecha de España fue de dos bronces, en 110 metros vallas con Asier Martínez y en 1.500 con Mo Katir. Y la previsión actual se mueve en un número similar, pero sin el ausente Asier, lesionado. Las dos primeras jornadas podrían marcar ya el destino de la Selección. De entrada, hay que madrugar mañana para los 20 kilómetros marcha masculinos, donde sobre todo Álvaro Martín aspira a un podio que buscará igualmente en los 35 km. Al día siguiente, María Pérez seguirá la misma estela en categoría femenina. Este fin de semana también se disputan las series y las semifinales de 1.500, con el fiable tridente formado por Adel Mechaal, Mario García Romo y el propio Katir, quien luego doblará en el 5.000. Si añadimos el imprevisible 800, que arranca el martes, ahí tenemos concentradas las principales bazas: en la marcha y en el mediofondo. Todo un clásico.
La marcha merece una mención aparte, porque llega en un bajo estado anímico, aunque también con ganas de reivindicarse, debido a los últimos movimientos de la Federación Internacional, que parecen condenar el futuro de la disciplina. Primero fue la supresión de los 50 kilómetros a cambio de unos 35 km que nacieron agonizantes. Y luego ha venido la sustitución de la prueba larga por un relevo mixto en los Juegos Olímpicos de París 2024, del que los atletas han recibido escasas noticias a menos de un año, y que no se ha disputado aún en ningún campeonato. Estamos ante una modalidad que ha dado 17 de sus 39 medallas históricas a España en Mundiales: un 43,5 por ciento. Un filón que se agota por las nuevas políticas. A la World Athletics no le va la marcha.