Desastre. El Atlético se sumó la fiesta bilbaína. Ya lo he dicho en algunas ocasiones: si hay un club solidario, ése es el madrileño. No había motivo para estropear los festejos del Athletic por sus 125 años y desde el Cholo hasta el último futbolista contribuyeron a ello (sorprendió ver en el once a Soyüncü en un estadio tan exigente). Sólo así se puede entender lo que sucedió sobre el césped. Porque se puede perder, pero generando ocasiones, jugando al fútbol, compitiendo, siendo agresivos... El equipo de Simeone entregó el encuentro nada más salir al terreno de juego. Se puede salvar a Oblak, que con sus paradas retrasó los goles del rival Lo dicho, felicitaciones al club vasco y a pensar en Getafe y Sevilla. Esa no puede ser la imagen de un equipo que quiere pelear por el título liguero.
A domicilio. Ya lo comentó Simeone en la previa: hay que generar más fuera de casa, hay que jugar mejor lejos del Metropolitano. Cierto. Correcto. Se quedó únicamente en palabras porque Unai apenas tuvo que realizar un par de paradas de mérito. Con el 2-0, con el partido perdido, el Atlético se fue en busca de la portería del Athletic. Demasiado poco. Demasiado tarde. Total, cuarta derrota en el campeonato y frenazo en las opciones ligueras.
Imagen. Hasta ahora hay un Atlético de dos caras: fuerte en casa y vulnerable fuera. Y así no se puede ganar el campeonato. En Barcelona sucedió algo parecido, aunque es cierto que el Atlético tuvo en la recta final la oportunidad de empatar. Pero en Bilbao la reacción llegó aún más tarde, casi sin tiempo, casi más por amor propio que por otra cosa.
Reaccción. El Atlético acabará el año jugando dos encuentros en su estadio. Es de esperar que el equipo reaccione. La afición lo da todo cuando acude al Metropolitano y no merece llevarse un chasco como el que se llevó ante el Athletic. Ese escudo merece otra cosa.
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