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El Atleti fue el hueso de costumbre

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Esta vez sí que compareció en San Mamés el viejo Atlético, el que maniató al Athletic durante años de la mano de Simeone, con un embrujo extraviado en los últimos tiempos. Su contundencia de la mano del ‘Rey’ Reinildo, fue bestial. En ambas áreas. Hasta Grbic, que se incorporó precipitadamente casi sin calentar, se sumó con un coraje ejemplar. Su parada fue salvadora. Los leones tuvieron las ocasiones, con Iñigo, Raúl e Iñaki Williams, y apadrinaron un ejercicio de fe, pero la roca colchonera era inabordable.

Al inicio del partido una pancarta saludaba a los visitantes, recordando la historia: Bienvenidos a la casa de los padres. No hubo piedad. Simeone decidió poner una tela de araña por dentro y sus laterales asfixiaron a los extremos, negando los centros por línea de fondo. No permitió que se acumulasen ataques seguidos, que los locales revolucionaran la noche, en definitiva que entraran en ritmo. Era un pulso muy intenso y sin fluidez. Líneas muy juntas a la espera de salir rápidos en vertical. Y para completar el cuadro habitual de antaño, el gol número 13 de Griezmann al Athletic. El globo se pincha en Bilbao. Desde el tercer peldaño, la euforia invadía las calles, pero un punto en dos partidos ante rivales de Champions supone un golpe de realidad. Faltó fútbol ante la estructura atlética y su ejemplar disciplina táctica.