El anacrónico veto a Djokovic
Novak Djokovic no disputará el primer Masters 1.000 del curso, que arranca este miércoles su cuadro final en Indian Wells, y seguramente tampoco el segundo, en Miami, a partir del 22 de marzo. El Gobierno de EE UU no le ha concedido una exención, así que por segundo año consecutivo se queda sin poder ejercer su trabajo, que es jugar al tenis, por no estar vacunado contra el coronavirus. En 2022, con la pandemia pujante, todavía podía tener algún sentido el veto fronterizo, pero en este 2023 suena a decisión anacrónica y obsoleta. Es cierto que con la norma en la mano, las restricciones siguen en vigor hasta el 11 de mayo, por lo que Nole no puede entrar aún en el país norteamericano. Pero es precisamente la cercanía de esa fecha, con el virus controlado, la que convierte el suceso en absurdo. Algunos colegas estadounidenses, como John Isner y Reilly Opelka, han clamado contra las autoridades de su nación. Especialmente irónico se mostró el primero: “No os preocupéis, chicos, el 11 de mayo será considerado lo suficientemente seguro para entrar en los EE UU. Hasta entonces, es demasiado peligroso”.
Paradójicamente, en 2020 y en 2021, el periodo más virulento de la COVID-19, el serbio sí pudo competir en el país americano, dos veces en el US Open y una en Cincinnati. Igual que podrá hacerlo el próximo verano en estos mismos torneos. Otro enorme contrasentido. Ni siquiera Australia, donde el año pasado estuvo incluso detenido y sometido a juicio, ha cerrado las puertas a Nole en la presente temporada. Estados Unidos va con retardo en la toma de medidas. Al margen de estas contradicciones legales, también ha quedado demostrado que una persona no vacunada no supone un peligro mayor que una vacunada para la propagación del virus. Pero eso ya es otro debate. En el deporte, que es lo nuestro, el número uno del tenis no puede jugar al tenis.