Dos Reyes para un solo trono

La final de este sábado entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner en Riad puede tomarse de dos maneras. Y las dos son ciertas. Que cada uno elija en qué lado de la red se quiere quedar.

Puede tomarse como un partido de exhibición extraoficial, como un bolo que compensa su falta de transcendencia deportiva con un premio desorbitado para el campeón de seis millones de dólares, 5,1 millones de euros; como el capricho de los regentes de Arabia Saudí, que han incluido el evento en sus fastos reales, con el objetivo de fondo de limpiar su imagen a través del deporte en un país con los derechos humanos recortados.

Puede tomarse así, y no nos equivocamos. Pero también como un pulso en la cúspide del tenis mundial, como un combate entre los dos mejores del circuito actual, con enorme diferencia sobre los demás; como un duelo que comienza a marcar una época en el deporte; como una revancha de Sinner ante Alcaraz, que le ganó la última final en el US Open, donde además le arrebató el número uno de la ATP, y que le domina en el cara a cara con un rotundo balance de 10-5; o como una revancha a la inversa de Alcaraz sobre Sinner, que ya le venció en una final idéntica el año pasado en este mismo estadio, en la primera edición de este oficioso pero suculento Six Kings Slam.

Sea cual sea la opción que escoja cada uno cuando se ponga frente a la retransmisión de Netflix, lo que no cabe duda es que un Alcaraz-Sinner siempre va a tener interés, como ocurre con un Real Madrid-Barça o con un Lakers-Celtics, con independencia del escenario. Hay partidos que ponen en juego algo más que el dinero. Y mucho más que la honrilla. Cada vez que el español y el italiano cruzan sus raquetas, al fondo asoma la reluciente corona del rey del tenis. No es verdad que haya Six Kings. En realidad son Two Kings. Solo dos. Para un único trono.

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