Dos mundiales femeninos

En pleno auge femenino del deporte español, cuando las Selecciones de fútbol, baloncesto, waterpolo, hockey y balonmano luchan en lo más alto, otros dos equipos con menos proyección en estas lides competirán a partir del fin de semana en los Mundiales de sus respectivos deportes: el voleibol, en Tailandia, y el rugby, en Inglaterra. No se espera que sus resultados emulen a sus compatriotas de otras disciplinas en esta edición, pero los dos grupos sí andan inmersos en la búsqueda de ese camino de ascenso, aunque con un pasado muy diferente entre sí. Ya veremos con qué futuro. La Selección de voleibol, que debuta el sábado ante Turquía, regresa a un Mundial ¡43 años después! Desde Perú 1982, y ya ha llovido, no pisa este Campeonato. Su última participación en el Europeo, donde superó la fase de grupos y compitió en octavos con Italia, genera esperanza de crecimiento, junto a una generación de jugadoras muy jóvenes con un porvenir ilusionante.

La Selección de rugby, que se estrena el domingo ante la poderosa Nueva Zelanda, ha tenido una presencia más regular, con seis participaciones que oscilan entre la sexta plaza en Gales 1991 y la décima en Irlanda 2017, aunque en su caso es un equipo venido a menos desde su exclusión en 2007 del Seis Naciones, donde fue segunda en 2001. Aquella Selección era capaz de codearse con la élite del oval, pero ha perdido fuelle. La Federación ha becado a las 32 jugadoras para dar tranquilidad en la preparación, pero parece que este certamen no llega a punto. El actual estancamiento coincide, sin embargo, con una mejor difusión del rugby femenino por sus entidades. Aquí difiere del voleibol español, que continúa con una comunicación precaria. Este Mundial no solo era una oportunidad de crecer en la cancha, también una fantástica ocasión para proyectarse ante el gran público.

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