Djokovic se implica
Se ha debatido mucho sobre la falta de compromiso de las principales raquetas mundiales con la Copa Davis. Ocurría a menudo con el viejo formato. De hecho, ese fue uno de motivos del cambio al modelo lanzado por Gerard Piqué, que cumple ahora su cuarta edición. Pero ni siquiera esta revolución ha impedido que la élite del tenis se quede en casa. Ahí tenemos el cercano ejemplo de Carlos Alcaraz en la fase de grupos, una de las claves de que España no esté disputando las Finales. No pasa siempre, claro. La implicación que exhibe Novak Djokovic es una buena muestra. Nole sí lideró a Serbia en la ronda clasificatoria de Valencia, donde aterrizó tres días después de ganar el US Open en Nueva York. Y ahora lo tenemos en Málaga, donde llegó al día siguiente de conquistar las ATP Finals en Turín. También anda por el Martín Carpena el subcampeón, Jannik Sinner, que debuta igualmente hoy. Sin descansos. Si ambos superan sus respectivas eliminatorias, están destinados a volver a enfrentarse en las semifinales. La Ensaladera, en palabras de los dos, es un gran objetivo de la temporada.
La Davis sí interesa. Otra cosa es que en un circuito tan exigente como la ATP, donde tienen tanto peso los puntos, lo fácil sea eliminar del saturado calendario la competición por selecciones. Pero si analizamos el palmarés del mítico torneo, al lado del palmarés de los tenistas más importantes de los últimos años, todos ellos tienen alguna foto con el trofeo: Rafa Nadal, que reúne cinco; Roger Federer, Andy Murray, Daniil Medvedev, Martín del Potro, Stan Wawrinka… y, por supuesto, Djokovic. El serbio ya ganó con su país en 2010. Y ahora busca su segunda Ensaladera como colofón a un año excepcional en el que ha sumado tres títulos de Grand Slam, dos de Masters 1.000, el número uno mundial y la corona de maestro. Djokovic se implica. Y siempre tiene hambre.
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