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Dinámica nociva en Mestalla

Partido de grandes consecuencias en Mestalla. El Valencia se aleja casi definitivamente del peligro de descenso, el Madrid vuelve a perder después de la derrota con el Manchester City y el fútbol quedó enterrado por el suceso racista que sufrió Vinicius. Será lo que permanezca en la memoria, porque lo que ocurrió merece una respuesta a la altura de un problema que existe, pero cuya importancia se pretende devaluar en el fútbol español

Excepto en el gol de Diego López y en las sensacionales paradas de Mamardashvili en los minutos finales, el partido se enfocó sobre el extremo brasileño, que oye y ve lo que nunca se debería de ver ni en la calle, ni en los campos de fútbol. Lo sufre en la mayoría de los partidos y las respuestas no son satisfactorias. La temporada está a punto de terminar, pero continúan las ofensas racistas al jugador del Real Madrid. Una vez más se suceden las condenas formales, las críticas a la violencia, las denuncias, la intervención de la Fiscalía… en fin, lo de siempre.

Como tantas veces sucede en España, lo que ocurrió en Mestalla servirá para encarnizar más las batallas de poder en el fútbol, donde la Liga de Fútbol y la Federación aprovechan toda la munición para profundizar en sus diferencias, sin la menor señal de concordia en un momento donde la salud del fútbol empieza a ofrecer señales preocupantes. Después de las escenas de Cornellà han llegado las de Mestalla. El partido, uno de los más atractivos que puedan jugarse en España, acabó con un añadido de 15 minutos y una tensión irrespirable.

El Valencia jugó con la máxima intensidad para salvar el pellejo en Primera División. Marcó pronto y lo mereció. Ha alumbrado una hornada de chavales que le salvarán del precipicio y le permitirán avanzar en los próximos años en la dirección que merece un club de su magnitud, siempre y cuando se tomen las decisiones correctas, algo muy infrecuente en el Valencia desde hace años.

En tiempos de crisis, no hay mejor solución que la cantera. Se ha visto en el Barça y comienza a atisbarse en el Valencia. Dos jugadores desconocidos hasta un mes fueron decisivos en la victoria. Diego López marcó el gol y Javi Guerra se destapó como un proyecto de excelente jugador. Tiene planta, clase y muchos recursos con la pelota. Se hace sentir en el campo. Frente al Madrid emitió una luz especial.

En el Valencia prevalecieron los jóvenes: Guerra, Diego López, Nico González, Kluivert y, en la segunda parte, Samuel Lino. Unos se quedarán y otros saldrán hacia otros destinos. Si el club lograra mantener compacto a ese grupo, la ilusión regresaría a Mestalla.

El Madrid comenzó con flojera y cambios en la alineación. En el medio campo, jugaron Ceballos, Tchuameni y Camavinga. Cuatro días después de la catástrofe de Mánchester, los nombres del trío no podían pasar inadvertidos. Modric y Kroos se quedaron fuera, pero entraron en el segundo tiempo para sustituir a Ceballos y Asensio, dos que terminan contrato.

Es época de mucha sensibilidad en el equipo y de desconcierto en el ambiente, así que todos estos movimientos invitan a suspicacias. En cualquier caso, Modric y Kroos mejoraron al Madrid en el segundo tiempo, aunque los conflictos fueron tan abundantes y desagradables que el asunto del juego terminó traspapelado.

Vinicius señaló a los responsables de los insultos que había recibido y el partido se detuvo varios minutos, en medio de una tensión máxima en el público, los jugadores y el árbitro, obligado a lidiar con varios problemones: el deliberado despeje contra el balón que conducía Vinicius por la línea de fondo -traición radical al espíritu del fútbol que merecería la expulsión, diga lo que diga el reglamento- y el guantazo del brasileño a un rival en una feísima melé de jugadores, en la que Hugo Duro practicó el judo con gran naturalidad y ninguna sanción. Todo, muy desagradable y malo para el fútbol español.