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Deco, intuición o Inteligencia Artificial

Cuando el líder de la oposición, Víctor Font, dispara a todos sitios como el pasado martes, pero no se excede con el director deportivo, en este caso Deco, es porque tampoco hay demasiados motivos. Lo cierto es que Deco ha hecho este verano, básicamente, lo que ha podido. Más allá de los excesos verbales de su presidente, que aseguró estar en disposición de poder hacer frente al fichaje de Nico Williams, ha traído a Dani Olmo, presa de caza mayor, que es un triunfo monumental en la difícil situación económica que vive el Barça. Y que, además, es un fichaje con el sello de Deco. Creía de verdad en él.

Deco fue un excelente jugador de fútbol. Técnicamente era un superdotado. Iba bien hacia arriba, pero también en dirección contraria, cuando había que defender. Mejor jugador de la final de Champions de 2004, en su mejor momento, fue un todocampista de élite, pero su característica diferencial era la competitividad. Deco se hizo grande en el Oporto de Mourinho y vivió la construcción (y deconstrucción) de uno de los mejores Barça de siempre (2005 y 2006) con Rijkaard, forjado con Txiki de director deportivo. Aquel equipo se proyectó a través del talento de Ronaldinho, Xavi y el primer Iniesta, pero también del instinto competitivo y ganador de Puyol, Márquez, Edmilson, Van Bommel, Larsson, Etoo o Giuly.

Eso imagina Deco, obsesionado con construir un equipo de jugadores ganadores. Esta es la primera temporada completa de Deco, que suspendió con los Joaos y también en el mercado de invierno adelantando el fichaje de Vitor Roque del que, es justo decir, él no fue el único responsable. Mateu Alemany y Xavi estuvieron muy implicados también en la llegada del brasileño. Uno se fue del club; y el otro se desmarcó de la incorporación poco tiempo después de haber metido prisa para adelantarla. Deco se comió ese marrón de manera, digamos, no totalmente justa.

De los primeros días de Deco en el club se destacó que había entrado con galones y dispuesto a cortar las famosas filtraciones. Mantiene lo primero. Lo segundo lo dio por imposible durante un tiempo. Pero, dentro de las estrecheces en las que se mueve el club (la plantilla se le ha quedado algo corta), cree haber encontrado un equipo con ética de trabajo y competitivo. Tiene deberes. Debe encajar inscripciones, afrontar casos complejos como el futuro de De Jong, renovar a Pedri, mejorar a Lamine Yamal y a Fermín; definir el futuro de Lewandowski… Y convencerse de si Flick es su entrenador. Su obsesión por la cuestión física también se ha revelado como un asunto en el que estaba enrocado con razón. También sabe que, finalmente, le juzgarán los resultados.

Con una experiencia nula en los despachos como director deportivo, pero con bagaje como jugador y agente, Deco ha empezado a trabajar como ejecutivo con más práctica que teoría en la mochila. Es posible que no sea un genio en cuadrar presupuestos; ni sepa demasiado de fútbol científico e Inteligencia Artificial pero huele vestuarios. En eso, ha sido un maestro. Él tiene una idea. Veremos si la intuición le gana a la computadora.

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