De la Fuente entra en razón con Pedri

El fútbol tiene la buena costumbre de respetar las evidencias. Al final, las cosas caen por su propio peso. Es lo que ha ocurrido con Pedri y su posición en la Selección. De la Fuente se ha decidido por fin en retrasar la ubicación del canario, alejado ahora de la mediapunta para que vea el fútbol de cara como en el Barça de Flick. Lo hizo en los partidos de septiembre y lo ha repetido ahora ante Georgia, con un éxito parecido. El juego de España agradece la batuta de Pedri, que volvió a dar una clase magistral en la dirección con su creatividad y capacidad de decisión. Es una arma de destrucción masiva ante bloques bajos como el que instaló Sagnol, demasiado reservón una vez más. Todavía no ha debido darse cuenta de que lo mejor lo tiene arriba con Kvaratskhelia y Mikautadze. En cualquier caso, el foco lo merece Pedri.

España se soltó a partir de la abundancia futbolística y recursos del jugador del Barcelona. Pedri se atribuyó la jefatura del partido frente al 1-5-3-2 de Georgia. Intimó con el balón, apareció en las zonas donde hace daño para dar profundidad y verticalidad y demostró su ingenio y rango de visión en cada intervención. Un duelo que necesitaba de un gol tempranero se lo ventiló con un pase fabuloso en el 1-0. Nada fue lo mismo después.

No hay cerrojo posible ante la imaginación y finura de Pedri, siempre al servicio del colectivo. Con Ferran exhibió su complicidad al entender sus desmarques y un inspirado Pedro Porro se alargó por la derecha al atraer el canario tanta atención en el pasillo interior. Fue una actuación reveladora de Pedri. Además, De la Fuente atinó al colocar a Zubimendi, por momentos, entre centrales para iniciar la jugada y así se perfilaron tres alturas en la medular con Mikel Merino avasallando también el área. Con el permiso de Fabián, hasta de Rodri, España ha encontrado un trío complementario para su centro del campo. Con Pedri en la base y no en el enganche. De la Fuente parece que ya también lo ve así.

Solo entre líneas

A la espalda de la tímida presión de Kvaratskhelia y Mikautadze, Pedri opera con tiempo y espacio por delante del trivote georgiano. Ve el fútbol como nadie y encuentra a Ferran en la ruptura.

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