De goleada en goleada a Múnich
Impacto. Pues se nos quedó el cuerpo cortado con lo de Cádiz. Cuando hay pasajes como los del Nuevo Mirandilla, es más fácil ver lo pequeño que es el fútbol y, en definitiva, todo en comparación de una vida. Esas imágenes de Ledesma y el Pacha Espino pidiendo buenas noticias desde la grada; o de Araújo rezando mientras Ter Stegen intentaba divisar, sentado sobre el balón, qué estaba pasando, ya forman parte de la historia de LaLiga y nos transportaron a otros momentos dramáticos del campeonato. A los jugadores se les hace difícil continuar y a los periodistas, mantener el tono y contar qué pasa. Pero la vida, y el partido, siguieron.
De Jong. Para cuando el drama se apoderó de la tarde en Cádiz y los jugadores hasta tuvieron que retirarse al vestuario, el Barça ya dejaba correr el reloj con un ojo en Múnich. Después de una primera parte deficiente en la que la única excusa que podía poner Xavi era el penalti a Balde que se tragaron de manera sorprendente, y por orden, Del Cerro Grande primero; y luego, Iglesias Villanueva, Gavi, jugador sobresaliente tácticamente, de ahí el reconocimiento que recibe también de Luis Enrique en la Selección, atacó un agujero en la derecha y Frenkie de Jong remachó un balón de esos que solo se encuentran los jugadores que pisan el área, lo que le pide su entrenador. El gesto sonriente del holandés después del 0-1 es el del jugador que ha impuesto su voluntad incluso conociendo que no tiene el cartel de titular en el Barça. Pero más allá de que su pareja, Mikky, se haya enamorado de la ciudad, el holandés ha debido pensar que después de tres temporadas de penurias, no se iba a marchar ahora que el Barça ha recuperado el color. La temporada que viene, si sigue en ese rol, ya se verá. En esta prefiere volver a sonreír.
Lanzado. El partido lo abrochó Lewandowski con esa profesionalidad en la que, aparte del talento que tiene, ha cimentado su brillante trayectoria. Aunque tenía a tres días uno de los partidos más especiales de su carrera, el regreso al Allianz, se tiró a por el balón del 0-2 como un novato. Luego, metió el cuerpo en un detalle de jugador que conoce el oficio y le regaló un gol a Ansu, al que tiene como ahijado desde la pretemporada para que el chico vaya cargando la batería de moral. De goleada en goleada, el Barcelona llega a Múnich, el primer partido que le va a decir realmente si ha vuelto a instalarse entre el jardín de los grandes de Europa o todavía le falta para eso. Si a Lewandowski no le juegan una mala pasada los sentimientos, al Barça le resultará más sencillo.