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Danke, Antonio Rüdiger

El Madrid de la 14.- La leyenda europea del Madrid se agrandó la temporada pasada por la cantidad de milagros que acumuló hasta convertir la 14 en un relato de leyenda que obligó a nuestro AS a editar un libro de 130 páginas para que la afición pudiera guardarlo como un recuerdo imborrable. Esos goles postreros ante el PSG, Chelsea y, sobre todo, City, rescataron esa frase que acompaña a todos los madridistas desde la cuna: “Este equipo jamás se rinde hasta el último segundo”. No es un acto de fe, es una asignatura obligatoria en el ADN de este escudo y esta camiseta. Da igual que estés jugando horrible, como fue el caso de Varsovia. Aquí no se saca el libro de estilo para defender el orgullo competitivo del equipo. Hay que sacar los partidos adelante también en las noches donde te equivocas hasta atándote las botas. Corría el minuto 94 y solo quedaba una jugada, con un Shakhtar embravecido que ya festejaba con su gente un triunfo que iba más allá de los tres puntos por las dolorosas circunstancias que está atravesando el pueblo ucraniano. Pero el Madrid sabía que, en vísperas del Clásico, era mal momento para sumar la primera derrota de la temporada. No venía a cuento pisar ahora esta cáscara de plátano. Y algunos lo entendieron mejor que otros...

Conexión alemana.- Y en esas aparecieron en escena los dos alemanes de este equipo diseñado para no doblar nunca la rodilla. Toni Kroos, que fue de los pocos que se salvó del naufragio con una segunda parte en la que luchó por dar coherencia al fútbol errático del equipo, diseñó un pase elíptico que voló sobre el cielo de Varsovia en busca de la cabeza rocosa de Rüdiger, que entró en el área del Shakhtar como un búfalo en la cabeza de una estampida. Este central con el que conviene mejor llevarse bien (su aspecto físico intimidaría hasta a Ibrahimovic) voló con todo en busca de esa golosina de su compatriota. Trubin, el buen portero ucraniano, salió con todo consciente de que el triunfo soñado corría serio peligro. Pero allá en las nubes Rüdiger se adelantó a todos y puso su cabeza de acero para firmar las tablas con un cabezazo ajustado, que tocó primero en el palo antes de entrar. Trubin chocó con la testa de Antonio, saltando chispas y sangre para deleite de Ancelotti y sus chicos. Un gol heroico que mete a Rüdiger en el Hall of Fame de jugadores tipo Camacho, Pirri, Benito, Stielike, Santillana, Raúl o Ramos, futbolistas que no negociaban con su salud cuando defendían esta camiseta. Un gol de oro, porque asegura el pase a los octavos de final evitando una salida a Leipzig (día 25) que hubiese sido de alto riesgo si llega a consumarse la derrota. Moraleja: nunca den al Madrid por muerto en Europa o se perderán el desenlace de la película...

Pobre Hazard.- Me da pena la situación del belga. Los madridistas le hemos esperado desde el verano convencidos de que a la cuarta iba a ir la vencida. Pero no hay manera. Tampoco aprovechó esta vez la titularidad que le dio Carletto y, en términos taurinos, de nuevo devolvieron su toro al corral. Ni un muletazo, ni un detalle. Nada. Un Hazard perdido, sin velocidad ni intensidad. Una sombra de aquel jugador top del Chelsea que nos ilusionó a todos al venir en 2019. Su tiempo aquí se acaba.

Al Clásico con otro espíritu.- El domingo, ante el Barça de Xavi, la afición del vigente campeón de Europa y de Liga espera ver un Madrid más emocional, más incisivo, más vivo y mucho más metido en faena. La condición de invictos sigue en pie (11 victorias y dos empates en los 13 partidos jugados), pero el fútbol fue pobre y sin energía. Eso sí, el Bernabéu y el rival obrarán el esperado cambio. Ante el Barça jugarán 11 Rüdigers...