Cuanta más piedra, más monumento
“Rei, Rei, Rei”. Durante diez meses se ha añorado mucho esa palabra en los entrenamientos del Atleti. Ese Rei en boca del Cholo, referido a Reinildo. La solidez pasa por su bota. Acero en los duelos, ni Sean Connery ni Nicolas Cage hubiesen sido capaces de escapar ante él, La Roca. O Tim Robbins alcanzar Zihuatanejo. Cuando O Rei juega, la defensa del Cholo puede colgar fotos en el museo al lado de las de Godín. De vuelta en noviembre, la Copa de África sirvió para coger rodaje y estar a punto justo donde Simeone quería. Ahora.
Amable, educado, sencillo, emocionaba su emoción el día de su vuelta. Su felicidad de ser y formar parte del Atleti. De ser y volver a estar. El mejor defensa rojiblanco es ante todo un buen tipo. Ya lo demostró antes de llegar al Atleti. Para salir del Lille solo puso una condición: que el equipo se llevara dinero. Lo que fuera pero algo. Lo provocó con su llegada en enero y no en junio.
Sus palabras en el regreso de su lesión son una lección de vida. “Me la tomé como un reto: en la vida pasé por cosas mucho peores”. La resiliencia es su palabra desde que naciera hace 30 años en Mozambique, en una familia sin recursos. De su padre, entrenador y jugador, heredó el fútbol. De su madre, el nunca rendirse. Huérfano, maldita palabra, muy joven miró a Europa para cumplir el sueño de él bajo el último deseo de ella. “Me dijo que lo diera todo”. En un viaje que le llevó por Portugal y Francia antes de recalar en España donde a las órdenes del Cholo enseguida se hizo O Rei. La lesión solo fue otra piedra más en un camino como dictado por esa frase: “Cuántas más me pongan, más grande será mi monumento”. Pues eso.