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Cuando las estadísticas del Madrid proponen un sofisma

Las estadísticas, tan socorridas en el fútbol actual, son un animal de mil cabezas, adaptables a las conveniencias que interesen. Incontrovertibles por el lado matemático, permiten lecturas sesgadas que pueden resultar extravagantes. Los dos últimos partidos del Real Madrid, contra el Sporting de Braga y el Valencia, explican la elástica manera de interpretar los datos.

Dos victorias, ocho goles a favor, uno en contra y una sensación de optimismo general en el equipo. También en la hinchada, que disfrutó en el partido de la Liga de Campeones y aún más en el encuentro con el Valencia. En los dos casos sin Bellingham, el jugador más sustancial de la plantilla, un fenómeno de la ubicuidad que sirve para atacar, defender y marcar goles, de los que ganan partidos espinosos de verdad.

Su lesión en el hombro le ha impedido jugar los dos últimos partidos, la peor noticia posible para el Madrid en términos objetivos y subjetivos. Lo decían las estadísticas y lo intuye cualquier aficionado, del Madrid o de sus rivales. Desde los tiempos de Cristiano, que rara vez abandonó los titulares de prensa por sus hazañas goleadoras, no se ha visto un caso parecido. La ausencia de Bellingham, alfa y omega del Madrid, produjo una situación interesante. Por una parte, alimentó la pizca de orfandad asociada a una baja tan importante, y por otra invitó a examinar al resto del equipo en una situación desconocida esta temporada.

La estadística más visible, la que se corresponde con la cuenta de la vieja, resulta contundente: victorias y muchos goles sin el inglés. ¿Se pueden sacar conclusiones de estas evidencias? Desde luego que sí y lo vemos cada semana en el panorama del fútbol, datos que son reales, pero se extraen fuera del contexto. Sirven, en cualquier caso, para que cualquiera se cargue de razón. Es tan cierta esa racha victoriosa del Madrid como que ha llegado en ausencia de Jude Bellingham.

Así que estamos ante un sofisma en toda regla: si el Real Madrid gana y lo hace con más rotundidad sin Bellingham, podemos concluir que al Real Madrid le viene mejor jugar sin el inglés. Suena ridículo, y lo es, pero con este material se construyen opiniones, tendencias y tesis. Estadísticas irrefutables, pero de vuelo corto, rasante.

Sin embargo, algo que no explican los datos sí convenía al Real Madrid: salir del paraguas de Bellingham, asomarse al exterior y probarse como equipo, sin coartadas facilonas. La respuesta ha sido impecable, principalmente en los jugadores de ataque. Vinicius, que en las últimas semanas comenzaba a dar señales de recuperación, ha alcanzado el punto de delantero imparable. Torturó a la defensa del Sporting de Braga y destrozó a la del Valencia.

Rodrygo venía penando con el gol, cosa rara en un jugador que sabe de esos asuntos. Lo ha demostrado en las dos últimas temporadas, beneficiado sin lugar a dudas por la presencia de Benzema y el 4-3-3 como sistema de juego. Desde fuera, su problema parecía más relacionados con la pérdida de seguridad en una faceta que hasta hace poco tenía más que controlada. Ocurre con frecuencia en el fútbol y más habitualmente en los delanteros a los que se les exigen goles. Algo en Rodrygo recordaba la imagen de aquel Benzema discutido y melancólico. Hasta en su gestualidad se notaba.

Pero marcó contra el Sporting de Braga, desplegó sus mejores habilidades y las confirmó magistralmente frente al Valencia. Tanto a Rodrygo como a Vinicius les ha sentado de maravilla este momento sin Bellingham. Se han sentido capitanes generales del equipo, magnífica noticia para ellos y para el Real Madrid. En cuanto a Bellingham, que regrese cuanto antes. No hay sustituto que le iguale, ni por asomo.

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