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Crónica de un divorcio bajo los focos

La relación entre João y Simeone se ha ido rompiendo bajo los focos esta temporada. Lo que comenzó en idilio en Oslo, verano, el amistoso ante el United cuando el ruido hablaba de una posible (imposible) llegada de Cristiano al Atleti, João mostró por qué en su cuarta temporada iba a ser la bandera rojiblanca. Gol de líder, victoria atlética. Ya tocaba. El tiempo, las temporadas pasaban y, entre lesiones y frenos, propios por lesiones y ajenos por las patadas recibidas, no terminaba de arrancar. De João se hablaba más pensando en el futbolista que podría llegar a ser, esos seis meses brillantes en el Benfica, su precio, que en el que realmente era en el Atleti.

Su clase es incuestionable, nadie puede dudar. Sí de que hoy aún es, quizá, futbolista de viento a favor, no como Grizi, obra maestra del Cholo, de brega y entrega, de sacar la cabeza en la dificultad. João a veces se empequeñece, pasea, el partido le pasa por encima. Con la clase que tiene. Simeone, con la suplencia, quizá, buscó sacar esa rebeldía que le ha llevado a marcar goles al Cádiz (2), Espanyol y Almazán, al once en el Mundial de un Portugal en el que no era titular. Todo estaba ya roto. Televisado. Ese partido en el que calentó y no jugó y tiró el peto al suelo. Gil Marín le puso palabras en Doha. El tiempo mostrará quien llevaba razón. Si el Cholo o João. Si el primero arrastrará el no haber sabido sacarle partido a una joya o si, por contrario, acertó y es futbolista de chispazos, tan deslumbrantes como fugaces.