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Santiago Segurola

Contentos, uno más que otro

Partido con tres goles de alta gama, el clásico paradón de Courtois y dos magistrales intervenciones defensivas de Valverde. No se vio más en el tercer derbi.

04/03/25 PARTIDO IDA OCTAVOS CHAMPIONS LEAGUE 
REAL MADRID - ATLETICO DE MADRID 
GOL 2-1 BRAHIM DIAZ 
REMOTO
JESUS ALVAREZ ORIHUELA | DiarioAS
Santiago Segurola
Actualizado a

Partido con tres goles de alta gama, el clásico paradón de Courtois y dos magistrales intervenciones defensivas de Valverde. No se vio más en el tercer derbi de la temporada, el primero que sale con ganador (el Real Madrid), a falta de la vuelta en el Metropolitano la próxima semana, horizonte en el que los dos equipos pensaron más de la cuenta.

Lo que se vio no estuvo ni de lejos a la altura de las expectativas. Ni el temprano gol de Rodrygo modificó el comportamiento general. Lejos de generar frenesí o caos, prevaleció la cautela. Las estrellas del Madrid pasaron por el encuentro sin dejar rastro. En el Atlético, el gol de Brahim provocó algo parecido al pánico. Jugó para mantener su inconveniente desventaja, calculando la ventaja que puede significar el partido en el Metropolitano. Cálculo de enorme riesgo, por supuesto.

El Madrid es un equipo de viento variable. Hace poco atacó sin desmayo al Manchester City, tanto en el Etihad como en el Bernabéu. Arregló sus defectos defensivos en el primer partido con una salva impresionante de remates, ocasiones falladas y tres goles. En la vuelta se impuso desde principio con tanta claridad que la única duda radicó en el número de goles que podía marcar. Se podía hablar de un Madrid revitalizado, lejos de la perfección, pero francamente mejorado con respecto a su decepcionante otoño, con derrotas frente al Barça y el Milan en el Bernabéu y contra el Lille, Liverpool y Athletic fuera de casa (dos goles a favor, 11 en contra).

En cierto modo, el Madrid ofreció síntomas parecidos a los que desarrolló el sábado contra el Betis. Marcó más pronto aún –gran jugada de Rodrygo, con el amable permiso de Galán– y de la misma manera entró en fase amodorrada, sin ningún interés por presionar a la defensa del Atlético, que daba síntomas constantes de nerviosismo para mover la pelota. Agradeció la ausencia total de agresividad del Madrid en la recuperación de la pelota.

Ancelotti dijo después que ese era el plan, pero desde fuera no quedó muy claro. Durante la mayor parte del primer tiempo y en los primeros minutos del segundo, el Real Madrid se movió tan poco como en Sevilla. Pareció un equipo fatigado, sin oxígeno, expuesto a problemas en los que el Atlético no profundizó. De la misma manera que el Madrid no agitó su temprana ventaja, tampoco el Atlético se sacudió el polvo después del golazo de Julián Alvarez, previa chiquillada de Camavinga, jugador que impresiona cuando se le divide por partes pero que las suma mal, cada vez peor.

Tras el gol de Julián Alvarez, el Madrid quedó en estado de shock durante 20 minutos. Pocas veces se habrá encontrado el Atlético en mejor disposición para aprovechar una situación tan favorable. Le salió la vena prudente que le caracteriza en el Bernabéu, a pesar de los problemas de su rival en todas las zonas del campo. Rodrygo se apagó. Mbappé y Vinicius hicieron mutis por el foro.

El Madrid no pagó el precio de su debilidad en el primer tiempo, ni en el comienzo del segundo. Sí pagó el Atlético su cómoda superioridad, traducida en un juego sin pegada, ni intención de utilizarla. Comprometió a Courtois en tres ocasiones. En dos de ellas, Valverde cerró como un león y salvó los muebles a su equipo. En la otra, Courtois evitó el gol de Griezmann en un despeje sensacional, abajo, con las yemas de los dedos.

Brahim cambió el signo del encuentro con un gol lleno de fervor, sin respuesta en la multitud de defensas del Atlético que le rodeaban, uno de esos goles que el Madrid se guarda incluso en sus partidos más espesos. Ancelotti tomó la decisión correcta –Modric ingresó por Camavinga– y el equipo ganó en arquitectura. Simeone pensó que ya era suficiente: el Metropolitano espera. Ancelotti pensó lo mismo, pero con un gol de ventaja. Los dos se declararon contentos. Ancelotti, con más razón.

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