Casadó, un traje a medida
No hay duda de que el éxito incontestable de España entronca con el potencial colectivo de su fútbol. Es el espíritu de una Selección que juega como un equipo y cuenta con alternativas de peso en casi todas las posiciones del campo. El último que se ha sumado para la causa con una firmeza inusitada es Marc Casadó. El mediocentro ha llegado para quedarse en el Barça y en la Selección. Su debut como titular ante una Suiza siempre enérgica y correosa ratifica su vínculo singular con un tipo de fútbol. Es un traje a medida perfecto tanto para su club como para España, y nadie echó de menos a todo un Rodrigo o a Zubimendi. La velocidad mental para interpretar lo que necesita la jugada, la personalidad defensiva y la capacidad de elaboración, siempre pidiendo el balón, explican a un jugador al que no se le divisa techo. Contra Suiza gobernó el mediocampo como el que lleva toda la vida manejándose en partidos de esta traza, haciéndose casi invencible en los duelos (once de doce ganados) y encontrando líneas de pases interiores hacia Pedri o vías abiertas en los extremos.
Casadó fue la noticia, aunque ya no debería serlo. Su contribución estuvo por encima de la de otros que también destacaron a su manera. Pedri fue un derroche de talento, Mingueza fabricó desde el lateral derecho y la irrupción de los Bryan, tanto Gil como Zaragoza, argumenta la etiqueta que les diferencia como jugadores distintos. Son dos tiros. Peor estuvieron Grimaldo y Paredes, señalados en el gol de Monteiro por una flojera defensiva incomprensible. Y a Samu, que dio el relevo a un Morata de méritos como siempre, no se le vio gran cosa, aunque sus aptitudes y actitud le aseguran una presencia futura de impacto en esta Selección. La misma que ya se ha ganado Casadó, un mediocentro de hoy y de mañana.
Cabeza para todo
Casadó tiene un sentido de anticipación soberbio. En esta jugada va al suelo al leer la acción, recupera la posesión y distribuye después a Nico Williams con un gran cambio de orientación que le pone en ventaja.