Carolina Marín lo hace fácil
Algún día, en un futuro, cuando su nombre solo nos suene a leyenda, consultaremos el palmarés europeo de bádminton y comprenderemos la grandeza de Carolina Marín. Ahora parece fácil, porque nadie está a su altura. Es la misma sensación que teníamos con Javier Fernández, que enlazaba un oro continental tras otro, hasta un total de siete, sin que nadie le hiciera sombra. Superjavi se retiró tras su última corona en 2019. Y ningún español ha olfateado después un podio de patinaje artístico sobre hielo. Ni de lejos. Eso mismo nos ocurrirá con Carolina cuando cuelgue la raqueta, lo tenemos claro, salvo un milagro que no se otea entre las candidatas a la sucesión. Tanto Javi como Caro han triunfado en deportes sin tradición en España, compitieron contra países, y hasta contra continentes, de enorme solera. Han sido intrusos en un mundillo que no les correspondía. Ahí radica su estrella.
Carolina, nacida en Huelva, ha aguantado el pulso a las mejores de la potente Asia, con tres oros mundiales y uno olímpico. En el Europeo, es cierto, no ha encontrado rival. Quien más veces se ha opuesto es la escocesa Kirsty Gilmour, que ha perdido cuatro finales ante la española. Tampoco se ha doblegado ante ninguna jugadora de Dinamarca, la potencia del bádminton europeo. Marín encadena siete oros, que ascienden a ocho si sumamos su título en los Juegos Europeos. Nadie, ni hombre ni mujer, ni doblista ni individual, ha sumado tantos oros. Nadie. Y si nos vamos al total de medallas, únicamente el danés Viktor Axelsen tiene una más, nueve, aunque de diferentes colores. De paso, la andaluza se ha colocado cuarta del mundo, lo que mejora sus opciones en los Juegos Olímpicos, su gran objetivo del año. Lleva tres trofeos seguidos en 2024. Podemos soñar con París, sí. Pero saboreemos también el Campeonato de Europa. No es fácil, aunque lo parezca.