Opinión | Pasaba por aquí

Carletto, con el outfit de siempre para una noche única

Ancelotti, bajo el frío bretón recibió el viento de la cercana Gales y apostó por “los mismos once cabrones”...

Rodrygo agradece a los aficionados madridistas su presencia en el partido ante el Brest.
DAMIEN MEYER | AFP
Diego Barcala
Actualizado a

Llegó el día de cerrar la primera fase y Carletto, bajo el frío bretón recibió el viento de la cercana Gales y apostó por “los mismos once cabrones”. Es decir, por Tchouaméni, por Lucas, por Mendy y por Modric. No es que el Madrid se jugase gran cosa porque la clasificación directa se perdió hace meses, pero era un día especial, una salida de viernes tonta y Carletto apostó por los pantalones y las zapatillas de siempre, la rutina. Salir a tomar algo y lo que surja. Haber apostado por Ceballos, Fran García y Asencio habría sido para el italiano como elegir un hot pot y karaoke para la primera cita.

Noche de fiesta para los transistores. Como orgulloso colaborador que soy de Tablero Deportivo me sumo al jolgorio de una jornada con tantos partidos a la misma hora. Sin embargo, también soy de la generación traumatizada con Tenerife. Esa última jornada, esa pantalla simultánea, el fatídico pitidito que siempre trae males noticias. Lo dicho, tampoco era la noche del juicio final, así que se disfrutó del supermiércoles. Y los aficionados, que nada pintan, encantados. ¿Por qué no hace LaLiga superjornadas divertidas de este estilo? Nadie lo sabe.

La clasificación simultánea demostró que el experimento de la UEFA funciona porque era imposible calcular el biscotto. A ratos la cosa era incontrolable. El City remontó y le tocaba al Madrid. El gol del Brest que anuló el VAR hubiera beneficiado al Madrid para evitar ese cruce con Guardiola. El Madrid marcó y rozó la octava plaza. En fin, un maravilloso descontrol que hacía imposible (al menos para mi capacidad matemática) que algún equipo se dejara un gol para obtener beneficio. Punto a favor de la UEFA por esta noche. Quizá cuando vean al Lille entre los ocho mejores cambien. Sería un error.

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El que salió a lo suyo fue Rodrygo. Seguro que los aguerridos aficionados bretones más despistados alucinaron con el 11. Me los imagino comentando: “Pero si el bueno es ese, no Mbappé (qué partido)”. Que el defensa a batir oliera a vino blanco, Chardonnet, ayudó a embellecer su repertorio.

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