Campazzo nunca se ha ido
El Real Madrid buscará este domingo su sexto título consecutivo en la Supercopa ACB, pero esta vez, al contrario de lo que ocurrió en las cuatro últimas, no tendrá enfrente al Barcelona, sino al Unicaja. Su eterno rival se cruzó en esta ocasión en semifinales, aunque la resolución fue la de costumbre en estos albores del curso: la derrota azulgrana o la victoria blanca, según el prisma. Los dos enfoques son válidos. El Barça perdió, principalmente, porque sus peones no están todavía ensamblados. Y el Madrid ganó, principalmente, por todo lo contrario.
El equipo culé sucumbió porque tiene que engranar más piezas que su oponente para que funcione el mecanismo. Ha hecho más cambios en la pretemporada, tiene que ajustar a Willy Hernangómez, todavía gris, a Jabari Parker, a Joel Parra, a Darío Brizuela… Incluso a su entrenador, Roger Grimau, con una personalidad diferente a Sarunas Jasikevicius. Y tiene que aprender también a competir sin Nikola Mirotic y sin Corey Higgins. Sólo Nico Laprovittola, revulsivo en tantísimos partidos de la pasada campaña, dio un nivel excelso, con 31 de valoración.
Enfrente tuvo a un Madrid acoplado, con los mismos pilares de siempre, especialmente con un gigante Edy Tavares, que metió 13 puntos, atrapó 11 rebotes y puso cuatro tapones, dos de ellos a Willy. También brilló Dzanan Musa. Y Gabriel Deck, hasta que se lesionó. Los de Chus Mateo sólo incorporan una gran novedad esta campaña, pero no rompe en nada la armonía, porque conoce la casa y el grupo al dedillo. “Siento que nunca me he ido”, dijo Facundo Campazzo al término del partido. Dos años y diez meses después de su marcha, el vestuario mantiene hasta “las mismas bromas”. Este domingo aspira a su quinta Supercopa con el Madrid. En las dos últimas con su presencia, en 2019 y 2020, levantó el trofeo de MVP. Como si nunca se hubiera ido.