Cambiar o no cambiar, he ahí la cuestión
Millones de españoles se han despertado hoy con un nuevo alcalde en su ayuntamiento. Los medios suelen fijarse en aquellas localidades donde los votantes han dado la patada al anterior regidor y han optado por probar suerte con una alternativa. La renovación alienta la esperanza. Eso sí: habitualmente la ilusión desaparece pronto, justo el tiempo que tardamos en darnos cuenta de que el nuevo equipo de gobierno adolece de similares vicios que el anterior.
Entiendo la lógica del cambio cuando uno está insatisfecho. Pero también creo que, influidos por una época en que los objetos nacen obsoletos y los sustituimos frenéticamente —sea un ordenador o un móvil—, se ha instaurado una especie de fe en lo nuevo, un dogma de la intrínseca bondad de la mutación. Ante cualquier malestar, la solución reside en cambiar: de opción política, de trabajo, de vivienda, de ciudad, de pareja, de amigos, de estilo de vida. El fútbol es la excepción: no es posible cambiar de equipo. Una de las razones reside en que frecuentemente no hay razones para ser de un equipo u otro. Muchos aficionados no recuerdan el día en que abrazaron el club de sus amores, ni por qué. La gestión política está supeditada al escrutinio ciudadano de los errores y aciertos, al menos cada cuatro años. Pero el fútbol nada tiene que ver con lo utilitario, ni lo instrumental. No hay un interés, ni una razón pragmática, para volverse loco con un equipo u otro. El hincha carece del “para qué”. Por lo tanto, da igual lo mal que le vaya y los disgustos que experimente, jamás sustituirá a su equipo.
En estos tiempos que corren, cuando la estabilidad y la fidelidad suenan a valores trasnochados, el carácter perenne e inquebrantable del amor del hincha a su club me resulta una supervivencia romántica, contraria a la dictadura utilitarista, el oportunismo, el consumismo de lo nuevo. Mi mujer dice que es necesario huir del exceso de racionalismo, convencernos de que la felicidad no reside en remover los obstáculos que están ahí fuera sino en hacer caso a nuestro yo interior, vivir aquí y ahora, conscientes de lo que tenemos y lo que estamos haciendo en cada momento. Practica Mindfulness, meditación, Focusing y diferentes técnicas de Psicología Transpersonal. Yo soy más simple: voy al fútbol.