Camavinga es más que un gran experimento
La importancia de un jugador se advierte cuando su ausencia provoca una sensación de grave inquietud. Nadie lo hubiera sospechado con Camavinga en el comienzo de esta temporada. Excelente proyecto de futbolista, en busca de concretar sus progresos en un equipo cuajado de estrellas, había sido decisivo en los últimos partidos de la temporada anterior, muy especialmente en las tortuosas eliminatorias de la Copa de Europa, donde su energía y verticalidad ayudaron a resolver los acuciantes problemas del Madrid. Se esperaba un salto adelante de Camavinga, pero no de su actual magnitud y menos aún en la posición que ocupa por razones de necesidad.
Camavinga se retiró del partido con el Getafe con gestos de dolor y fastidio, después de recibir una entrada excesiva que al árbitro le pareció una nimiedad. El Getafe, que lucha por su vida en la categoría, endureció el partido en el segundo tiempo (23 faltas totales frente a nueve del Real Madrid) y el riesgo de lesiones se hizo evidente en un momento crítico de la temporada. El Madrid se enfrenta el miércoles al Manchester City con la eliminatoria en el alero y necesita a sus jugadores en la mejor condición posible. Al otro lado del partido está la final de Estambul, a casi cuatro semanas vista.
Asensio había marcado en su clásica jugada, favorecida en esta ocasión por el desvío en un defensa, y la gente disfrutaba de sus favoritos. Habían ingresado Kroos, Modric y Vinicius en el campo, con efecto inmediato sobre el juego. A Vinicius se le teme como a un tornado y Bordalás cambió de posición a Djené, que había comenzado como cierre defensivo en el medio campo y se trasladó al lateral cuando el brasileño entró a jugar. Comenzó un excelente duelo porque Djené es un defensa rapidísimo, ágil y contundente. Pero la noche giró repentinamente. La lesión de Camavinga provocó un inquietante silencio en el Bernabéu.
El joven jugador francés comenzó el encuentro donde le gusta, en el medio campo, como interior de ataque. En el segundo tiempo, se desplazó a una posición que le gusta menos, pero donde su rendimiento ha sido tan brillante que su titularidad es tan indiscutible como la influencia que ejerce en el equipo. Mendy jugó el primer tiempo después de varias semanas de lesión. No apareció en el segundo tiempo, probablemente por cautela, y nadie le echó en falta. La hinchada está feliz con Camavinga. De ahí el susto que produjo su retirada y la visión de su rodilla cubierta por una bolsa de hielo.
En el lateral izquierdo, Camavinga ha aprendido rápido lo que no sabía y explicado perfectamente lo que sabe. Su inexperiencia ha durado poco. Se ha establecido como un jugador de garantías defensivas y crucial en el ataque. Al contrario que Mendy, un lateral que recorre el carril y a veces entorpece las maniobras de Vinicius porque no le aclara el espacio, Camavinga mueve la pelota con soltura y suele romper por posiciones interiores, generando dudas y conflictos en las defensas rivales, además de añadir un elemento más al núcleo de centrocampistas.
Ancelotti acertó cuando le propuso como lateral izquierdo, en un tiempo además que ha visto la modificación de la conducta de los laterales en el fútbol. De un tiempo a esta parte, cada vez son más habituales los laterales mixtos, en la periferia para marcar y en el interior para jugar, lo que permite la liberación del extremo de turno, Vinicius en el caso del Madrid, con lo que eso significa de fuego a discreción. Esa importancia es la que el Bernabéu asumió cuando Camavinga cayó lesionado. De aquí al miércoles, nada preocupará más que el estado de esa rodilla, que parece menos afectada de lo que transmitía el gesto de dolor de Camavinga.